Liga de Campeones | Real Madrid-Bayern
Effenberg salió por la mañana a hacer footing al Retiro
Tras su agria rueda de prensa, fue objeto de las bromas.
Sabíamos que Effenberg era un tipo excéntrico, irascible y ofensivamente alemán, es decir, orgulloso hasta límites impensables. Pero ayer se superó. El imperial centrocampista teutón protagonizó ayer la anécdota del día cuando salió del Hotel Villamagna para trasladarse al Parque del Retiro. ¿Qué hacía Effenberg en el Retiro? No piensen mal, el muniqués se marchó a hacer footing, a desentumecer las piernas horas antes de la disputa del decisivo encuentro. Increíble, pero cierto como la vida misma.
Effenberg, un tipo peculiar, ha protagonizado uno de los episodios más polémicos de la temporada atlética. Su viaje relámpago a Valdeolivas no sentó muy bien en la plantilla rojiblanca, que ya se veían desplazados después de ascender al equipo a Primera. Ese malestar desencadenó en una minicrisis en el club del Vicente Calderón que acercó a sus perseguidores a una distancia inquietante.
El mediocentro del Bayern ha tenido tiempo en esta visita para mostrar su lado más irascible, en una rueda de prensa en la que sacó a la luz su lado más agrio, y de sufrir en sus carnes uno de los rasgos más latinos de los que hoy serán sus rivales: el humor.
La salida de Effenberg a correr recuerda a aquellas carreras matinales que se daba Uli Stielike, otro teutón pero del Madrid, cuando ha comparecido en la capital de España para participar en algún amistoso con sus ex compañeros. Tanto el bueno de Stefan como Uli lo hacían movido por ese sentimiento de orgullo que les llevaba a no mostrar ningún signo de vulnerabilidad.
Hora después de correr por el Retiro le esperaba un Santiago Bernabéu lleno, sin Pavón, al que le robó la cartera en el primer tanto en el Olímpico, pero con Hierro, el hombre que le retó a un cara a cara en el Bernabéu. Y mientras Effenberg trotaba por el parque, y un par de jugadores salían a pasear, el resto prefirió mantenerse escondido en el peculiar búnker montado por el Bayern en el Hotel Villamagna, donde desde la llegada del equipo no quedaba ni una habitación libre. A las puertas del hotel los aficionados alemanes acompañados de sus bufandas pusieron el color en las inmediaciones de La Castellana.