Háganlo por Juanito Gómez

Sólo defender la camiseta y el escudo del Real Madrid supone un aditivo emocional del peso de un tiburón blanco. Esto es la Copa de Europa, el Bernabéu, el orgullo del mejor, el espíritu reunido y mancomunado de millones de españoles que viven de los recuerdos de cinco generaciones irrepetibles: la del Madrid de las cinco Copas de Europa liderado por Di Stéfano y Gento, el Madrid ye-yé que conquistó La Sexta en Bruselas (1966), el Madrid de las pecas y el acné juvenil de la Quinta del Buitre, el del glamour de los Mijatovic, Seedorf y Suker, y el actual donde cohabitan el talento insaciable de Raúl y Zidane, con el estajanovismo ilustrado de Figo y Roberto Carlos. Por eso, en la hora suprema de la venganza infinita ante el Bayern, no pido a los jugadores del Madrid nada galáctico. Sólo honestidad, entusiasmo, compromiso y lealtad. Ésta debe ser una noche única en sus vidas.

Como dice Valdano: "Tienen ante sí la posibilidad de posicionarse en la Historia al lado de Di Stéfano o Puskas, de estar entre los mejores". Hay que plantear el duelo con los blindados de Hitzfeld como si fuese un homenaje a Juanito. No es cuestión de que nadie pise el cuello de Kahn o Effenberg. Se trata de que rescaten del mago de Fuengirola eso que me enseñó mi padre en su día: "Tomás, el Madrid es orgullo y casta". Pues eso. La estrategia extradeportiva pasa por tapar la boca de estos estúpidos bávaros con fútbol, entrega y nobleza. Hoy nos empujará tu corazón, Juanito. El Bernabéu te entregará la cabeza del Bayern. Va por ti, maestro.

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