Un ex amarga a los RedSticks

En el Yves du Manoir, el vetusto (aunque remodelado) estadio que acogió los Juegos de París 1924, a punto estuvo de producirse otro hecho con tintes históricos: la selección francesa masculina de hockey hierba, que como anfitriona ha regresado a una cita olímpica que no disputaba desde Múnich 1972, a punto estuvo de conseguir su primer triunfo en 52 años. Pero habría sido a costa de España, que precisaba sumar para evitar sobresaltos en su búsqueda de los cuartos de final, y que tuvo que igualar hasta dos veces al ascendente equipo de Fred Soyez, el antecesor de Max Caldas al frente de los RedSticks, aunque se quedó a la orilla del triunfo que esperaba.

Pretendía resolver por la vía rápida el conjunto español español tras su derrota ante Gran Bretaña (0-4) y victoria con Alemania (2-0), como demostró José María Basterra con la primera ocasión clara, al minuto y medio de juego. O dos después, en un mano a mano que la defensa rival desbarató con una falta al borde del área. Lo que poco podían esperar los RedSticks en esa maduración del partido fue la pérdida, demasiado cerca de la portería de Luis Calzado, que aprovechó el capitán Viktor Lockwood para asistir a un Gaspar Baumgarten que pinchó la bola para meter un golazo, a los ocho minutos.

Pero lo peor estaba por llegar. Aún en el primer cuarto, se volvió a pasar del más que posible gol de España al de Francia. Se tiraba al suelo Álvaro Iglesias para estrellar un tiro en el palo derecho de Arthur Tieffry, con la mala suerte añadida de que al tratar de abortar el contragolpe vio la tarjeta verde, exclusión. Y en el ataque consiguiente, se sucedió una nueva pérdida peligrosísima que aprovechó Thimotee Clement, el MVP de la Copa del Mundo júnior 2021, para anotar a la media vuelta el 0-2.

Dio un paso adelante España, pues no le quedaba otra aunque en condiciones normales ya sería lo habitual porque su ataque es superior a la defensa francesa, con la manija de Marc Miralles en acción. Y fue cosa suya la recuperación dentro del área -devolviendo el golpe de los adversarios- y el pase para que Álvaro Iglesias, de capitán a capitán, se quitara la espinita al anotar a dos minutos para el descanso el 1-2. Aun así, a punto estuvo de hacer el tercero Noe Jouin en los últimos segundos.

Pero lo que llegó fue el tanto del empate. Si el primero había sido dos minutos antes de ir a la caseta, el segundo arribó a los dos de regresar. Rafa Vilallonga, pura astucia, aprovechó una bola suelta bien protegida en primera instancia por Marc Reyné para darle con el alma al stick y fusilar a Tieffry, víctima de una desajustada zaga. Y el 3-2 lo salvó Clement en la misma línea de gol, en un penalti córner ejecutado por Basterra, cuando el combinado de Caldas ya dominaba, más bien asediaba, a los anfitriones, quienes a su vez intentaban sacar petróleo en base a contragolpes.

De uno de ellos, a 15 segundos para concluir el tercer periodo, consiguió Francia su primer penalti córner a favor, y en realidad no necesitó más. Porque Victor Charlet lo clavó con toda la potencia del mundo, cuando seguramente menos lo merecía su equipo. No estaban teniendo suerte los RedSticks en estas acciones, lo que sin embargo solventaron cuando restaban nueve minutos para la conclusión, con un latigazo enérgico de Pepe Cunill en un penalti córner para volver a igualar (3-3). Tuvo Basterra el cuarto segundos después, pero se le escapó la bola en su mano a mano con Tieffry, igual que se escurrieron los minutos, los segundos, con un empate que sabe a poco.

Para bien o para mal, no tendrá demasiado margen España para pensar en este tercer resultado suyo en los Juegos. El siguiente partido lo disputará ya este miércoles por la tarde (19:45), apenas día y medio después, frente a una Sudáfrica que si bien es campeona continental también ocupa con diferencia el puesto más bajo del ránking mundial, decimotercera, y contra la que ganar es una misión obligada para los de Max Caldas.

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