Poesía de Durant en Lille

Kevin Durant escribió una poesía más en Lille. Jugador infinito, que suma 17 temporadas y dos anillos en la NBA, firmó una microgesta más a añadir a una carrera de leyenda en su estreno en los Juegos Olímpicos de París, donde persigue ser el primer jugador de baloncesto en conseguir cuatro medallas de oro. Durantula metió 21 puntos sin fallo en apenas 8:39 minutos en la primera parte del Serbia-Estados Unidos (84-110). Cinco triples de cinco intentos; y tres canastas más de dos que se recibieron con entusiasmo en todos los rincones del Pierre Mauroy Stadium de Lille. Aquejado de molestias físicas durante la preparación, Durant pareció algo ausente en el calentamiento. Obviamente, era una mala apreciación. Su clínic exprés fue la comidilla en el descanso y empequeñeció los 12 puntos sin fallo que había sumado LeBron. Desde su primera aparición en el Mundial de 2010 de Turquía, que también ganó, Durant ha sido un ejemplo de compromiso con el USA Basketball Team. Algo similar a lo de LeBron James, alma del renacimiento con el Redeem Team y líder espiritual de este equipo que ha venido a hacer historia a Francia.

El equipo de Steve Kerr ganó con una superioridad insultante y a medio gas su primer partido en los Juegos Olímpicos. Divirtió y se divirtió. Serbia le dio la bienvenida con un 10-2 que, por un momento, convirtió el Pierre Mauroy en el Pionir. Pero estaba escrito que no iba a ser más que un espejismo. La cantidad de talento que reúne Estados Unidos más allá de Durant, Curry y LeBron es desmesurada. A sus 23 años, Anthony Edwards (11 puntos) es una realidad; Derrick White y Jrue Holiday (15), cracks que asumen papeles de gregario. Más Booker; y los grandes: Embiid, Davis, Adebayo. Le sobra tanto a Kerr que Tyrese Haliburton y Jayson Tatum, aparentemente disponibles, ni salieron a jugar.

Para Serbia, a pesar de la derrota, fue un entrenamiento de calidad. Su guerra es contra Sudán del Sur y Puerto Rico. Ahí se jugará una clasificación para cuartos que parece asegurada por la buena química que Pesic encontró en el pasado Mundial. Eso, y el talento de superestrella de Jokic, que le puso también sus gotas de calidad al partido. Muy diluidas, en medio de ese océano de clase que es este Dream Team’24, dispuesto a pasar a la historia.

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