Lille, tierra de proezas

Multitud de aristas proyectan el España-Australia de este sábado (11:00 horas, La1) que, por cierto, abre la competición olímpica de baloncesto en los Juegos de París…, pero que desarrolla su primera fase en Lille. El partido se puede ver desde innumerables prismas. El más importante, obviamente, tiene que ver con su trascendencia deportiva. Condenado a jugar el diabólico grupo A, en el que también se incluyen Grecia y Canadá, el resultado del estreno puede determinar el futuro de la Selección en el torneo. La cita, decisiva, se ha fijado en un horario tan demoniaco como fue el bombo. Jugar a las 11:00 va contra la normalidad de una temporada oficial. Esta es la singularidad de los Juegos y así hay que entenderlos. Pero es cierto que a España se le ha vuelto todo en contra la previa. No sólo ha sido el madrugón de sus dos primeros partidos, sino tener que entrenarse el jueves a la intempestiva hora de las 22:15 después de un malentendido con las fechas de familiarización con la pista del impresionante Pierre Mauroy Stadium, donde Pau Gasol firmó una de las mayores gestas del baloncesto español con sus inolvidables 40 puntos a Francia en la semifinal de 2015. Minucioso y previsor como es, Scariolo quería conseguir una ventaja de la adaptación al horario matinal. Es difícil que eso sea posible ahora.

Australia espera con el colmillo afilado. Dos de sus derrotas más dolorosas en los últimos años han sido contra España. En Río, Gasol y una defensa portentosa de Claver sobre la bocina privaron a los boomers del bronce. Y en el Mundial de 2019, la Selección se agarró a la semifinal del Wukesong después de estar hasta once puntos abajo. Luego, Marc se bañó en champán (33 puntos) y España pasó después de dos prórrogas. Australia, que en Tokio se colgó merecidamente la medalla por la que tanto luchó tantos años, ya no tiene a Bogut pero mantiene a parte de esa vieja guardia (Patty Mills, Ingles, Dellavedova, Kay) que tiene cuentas pendientes, entre otros, con Llull (brutal también en aquella semifinal) o Rudy Fernández, que este sábado se convierte en leyenda al ser el primer jugador de baloncesto masculino en participar en seis Juegos Olímpicos. Una gesta delante de la que uno sólo puede levantarse y aplaudir.

Pero Rudy es un competidor y no se quiere ir de puntillas y sin pasar por la Villa principal de París. Para eso, hay que superar la primera fase. España tiene armas. Actual campeona del Eurobasket, ha recuperado a Lorenzo Brown después del paréntesis del año pasado en Yakarta, cuando la Selección se volvió antes de tiempo y sin hacer el viaje a Manila. Tal vez en París aparezcan aquellas musas de Berlín, que convirtió a un grupo de jovenzuelos en campeones de Europa. Hasta seis cambios hay respecto al equipo de Tokio. Pau, Marc y Sergio dejaron la Selección; Claver se ha retirado y Ricky ha hecho otro parón después de su regreso fugaz en las Ventanas de febrero. Tampoco está Abalde. Y, a cambio, aparecen Alberto Díaz, Brizuela (que se quedó casi a las puertas del avión en Japón), Pradilla, Lorenzo, Aldama…, y Juancho, a quien Minnesota no dejó participar en los Juegos de la pandemia y también se quita una espina. De momento, en Lille. Pero esa es la primera etapa. Ya se sabe que las medallas vienen de París.

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