La profecía de la esgrima: “Siempre ganamos a la vez”
Lucía Martín-Portugués y Carlos Llavador hablan con AS antes de competir en los Juegos, este lunes. “Todo puede pasar”, aseguran.
Los dos coinciden. Lucía Martín-Portugués y Carlos Llavador, que ya han visto mucho mundo (33 y 32 años, respectivamente), con muchos asaltos en sus armas (sable y florete), resumen sus posibilidades en París 2024 de forma simple, con dosis de ilusión y precaución. “En la esgrima, todo puede pasar”, aseguran. “A veces, entrenas increíble y compites fatal; otras, estás en la mayor crisis de tu vida y haces tu mejor resultado”, se extienden en conversación con AS. Un destino anárquico que pretenden controlar a través de una profecía: “Siempre solemos ganar medallas a la vez”, anticipan. En París, como los dos únicos representantes de la esgrima nacional, lo harán este lunes. Desde bien temprano (Martín-Portugués debuta a las 11:40 y Llavador, a las 12:35) y, si todo va bien, hasta última hora de la noche. Uno tras otro, intercalándose todo el día. Como toda la vida.
“Carlos y yo hemos aprendido mucho juntos, desde que somos pequeños. Hemos vivido muchas aventuras”, explica Martín-Portugués. “¿Alguna que se pueda contar?”, se les pregunta. “¡Ninguna!”, se afanan a responder los dos madrileños, entre risas. Desde cuando ambos competían en categoría júnior, y pasaban las tardes en el piso de Lucía, “centro neurálgico de la esgrima española”, a unos Juegos a los que han llegado por vías muy distintas. La sablista, cuarta en el ranking mundial, se ha clasificado gracias a un ciclo muy dominante, en el que se ha colgado las ocho medallas internacionales que hay en su palmarés (siete individuales y un bronce europeo por equipos); el floretista, 14º del mundo, entró al límite. De primeras, no pasó el corte, pero era el mejor del ranking entre los no clasificados. Finalmente, y tras quedarse varias plazas libres, tuvo premio.
“Ya tenía las vacaciones organizadas”, revela Llavador. Por sorpresa, el viernes 26 de mayo, recibió la llamada del presidente de la Real Federación Española de Esgrima (RFEE), José Luis Abajo, ‘Pirri’, el único medallista olímpico hasta el momento (bronce en Pekín 2008). “Estaba en Galicia desconectando y me dijo que le tenía que ayudar en un evento del día 29. Lo primero que pensé fue cómo escaquearme, porque me jodía todos mis planes. ‘Tienes que venir tú, me han pedido expresamente que seas tú...’, me insistía. Luego, me dijo que el 26 era la inauguración del evento... y ya lo entendí todo”, recuerda. El siguiente lunes, como estaba previsto, se hizo oficial. “Estuve todo el fin de semana esperando a que fuera lunes por primera vez en mi vida. Me fui a correr para no pensar en ello y me llamó mi novia para decirme que ya había llegado el correo”, completa soltando una bocanada de aire, como si se volviera a aliviar.
Un repetidor y una debutante
Para Carlos, serán sus segundos Juegos Olímpicos; para Lucía, los primeros. En Londres 2012 y Río 2016, la esgrima española no estuvo representada; en Tokio, pese a caer en su debut, el floretista rompió la mala racha. “Ahora, quiero vivir los Juegos de verdad. Con el coronavirus, con toda la incertidumbre y los nervios, no pudimos. Tenía el foco en otras cosas”, dice el madrileño, que se marchó a Italia en 2015 para entrenar con los mejores, rodeado de campeones europeos, mundiales y olímpicos en la sala de armas Frascati Scherma. Le animó a hacerlo el entrenador del equipo español y uno de sus grandes maestros, Jesús Esperanza, y le han ido puliendo Fabio Galli y Luca Simoncelli, con los que ha logrado sus principales éxitos internacionales (tiene tres medallas en Copa del Mundo, una en Europeos y una en Mundiales).
A París, Llavador llega tras superar una lesión muscular de última hora, puede que con un perfil más bajo que en Japón, pero con opciones de todo, con una experiencia muy valiosa. También se la transmite a Martín-Portugués, en la que confía ciegamente. “¿Que qué le digo a Lucía? Que gane”, suelta entre risas. “Tiene que quitarle hierro a la competición, porque es como siempre. Cuando disfrutas, sale solo”, le dedica. “Ir a ver otras armas para situarme en el pabellón, para ver la actitud de la gente, para estar familiarizada con cosas que me pueden pasar... Me han dado muchos consejos y muy buenos”, confiesa la sablista, que explotó bajo las órdenes de su actual entrenador, José Luis Álvarez, “el mago”. Ahora, aterriza en Francia tras un período de “distorsión”, pero siendo una de las serias candidatas al podio. Y tras “el mejor ciclo en la historia de la esgrima española”, como también señala Carlos. Espadas en alto.
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