PARÍS 2024 | JUDO

Garrigós, sargento reservista y de ‘retirado’ a bronce olímpico

El judoca, primera medalla española en París 2024, forma parte del Ejército del Aire. Después de Tokio, paró un tiempo su carrera deportiva.

París
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

En los deportes minoritarios, casi cada éxito esconde toneladas de sacrificio, de malos momentos, de sufrimiento, de dudas, de todo lo más alejado a los metales. Fran Garrigós no es una excepción. El español, el primer medallista nacional en París, estuvo cerca de no pisar la presente edición de los Juegos. Después de caer tanto en Río 2016 como en Tokio 2020 en primera ronda, el madrileño se planteó la retirada. Técnicamente, de hecho, se retiró, pues estuvo un tiempo sin competir. Tras su actuación en Japón, estuvo dos meses sin entrenar, pero sintió la necesidad de volver al tatami. Al menos, de probarse.

“Quería saber si me seguía picando la competición y si sentía lo mismo al ganar. Fue así. Ahí me di cuenta de que quería seguir y me puse las pilas”, reveló Garrigós a AS en su momento. El sábado, tras colgarse el bronce olímpico, la primera medalla del judo en 24 años, volvió a recordar ese periodo. Tanto él como su entrenador, Quino Ruiz, que también le dio mucho valor al trabajo realizado junto a su psicólogo, Pablo del Río.

“Fran salió muy tocado de Tokio, pero cuando volvió a competir se dio cuenta de que era lo que quería. Esto es algo que lleva buscando toda la vida. También tiene mucho mérito su psicólogo, Pablo del Río, que hace un trabajo fantástico. Es un monstruo en lo suyo. Me encanta cómo trabaja. Es como nosotros. Es normal”, destacó Ruiz, al frente de un Dojo Quino en el que, en Brunete, en un pueblo de 10.000 habitantes, hace magia. “La única clave es el cariño que nos tenemos los unos a los otros. Y no me gusta darme importancia, pero yo estoy las 24 horas pendiente de los chicos, para todo lo que necesiten. No sé cuántas horas hemos entrenado para estos Juegos, pero estuve a nada de montarme una tienda de campaña en el gimnasio”, bromeó el entrenador, tres veces olímpico (en Los Ángeles, Seúl y Barcelona).

Esa química que se respira en el Dojo Quino fue una de las grandes claves para que Garrigós, finalmente, no abandonara el judo. Otra tiene que ver con su propia forma de ser, la de un currante, tanto dentro como fuera de los tatamis. Además de deportista, es graduado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte y reservista del Ejército del Aire. Antes de volar a París, de hecho, fue recibido junto al piragüista Carlos Arévalo, cabo del Ejército de Tierra, por la ministra de Defensa, Margarita Robles.

“Es un tío que lo hace todo al 100%. Su vida es al 100%. Cuando hace suelo, cuando hace uchikomi (entrenamienos que consisten en la repetición de una determinada técnica), cuando hace randori (entrenamientos en estilo libre), cuando sale a correr... Todo lo que hace, lo hace a muerte. No se rinde nunca. ‘Qué difícil es ganar a quien nunca se rinde’, decimos nosotros cuando hablamos de él”, le define Quino. En París, cerrando un círculo deportivo y vital, le dio la razón a su maestro.

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