REAL SOCIEDAD

Un fin de fiesta triste y frío

La Real Sociedad despidió la temporada con frialdad después de la derrota contra el Atlético y la desangelada celebración posterior.

JAVI COLMENERODiarioAS

La Real Sociedad le puso un epílogo de lo más triste y frío a una temporada histórica. No sólo por la derrota contra el Atlético de Madrid en la última jornada, sino también por la supuesta fiesta que había organizado el club donostiarra en el Reale Arena después del partido. Un acto frío, desangelado y sin alma, en el que por mucho que se intentó, el equipo estuvo demasiado lejos de la afición.

No jugó su mejor partido el equipo donostiarra contra el Atlético, aunque tuvo oportunidades para conseguir un empate, y acabó perdiendo con otro gol en el descuento de Reinildo. Fue una derrota que no escoció en exceso, porque el objetivo de la Europa League ya estaba conseguido, y todos estaban pensando en la fiesta de después, con la que se pretendía celebrar con la afición el hito histórico de clasificarse por quinta temporada seguida para jugar en Europa. La idea era regalar a sus seguidores una victoria después de un año complicado en el el Reale Arena, pero entre las ausencias y la falta lógica de tensión competitiva, la Real no estuvo a su nivel y cayó para terminar la temporada en casa.

La palabra Europa con el 5 sustituyendo la O fue la única referencia a la histórica gesta lograda por los realistas en las fiesta de celebración posterior. Se había pedido a la afición que se quedara en sus asientos y se gestionó que los autobuses de la provincia salieran más tarde de Illunbe. Había ganas de celebración, pero pronto quedó en evidencia que iba a ser una fiesta muy light, demasiado light. Se pusieron unas luces azules a la salida de la bocana de vestuarios y unos cañones de fuego. Y el speaker puso toda su buena voluntad para presentar al staff técnico y los jugadores. Salieron primero los entrenadores con Imanol Alguacil cerrando la comitiva, y después los jugadores. Todos juntos, sin orden, ni concierto. Sin citarles uno a uno, y sin poner apenas emotividad al momento.

Salieron todos de vestuarios andando, sin prisa, uno tras otro, hablando entre ellos y saludando con la mano a la grada, y vistiendo una camiseta conmemorativa del logro conseguido. Se pudieron rodeando el circulo central y el speaker se calló. Entonces se produjo un silencio incómodo, roto gracias a los gritos y cánticos de los aficionados realistas, dirigidos especialmente a Mikel Merino, a quien se pidió en repetidas ocasiones que se quedará y no se fuera de la Real en verano. Y ya está, ahí se acabó el acto.

Abandonaron todos el círculo central y fueron donde sus familiares, que les esperaban dentro del área técnica del banquillo realista. Y fue Mikel Oyarzabal el que con gestos vehementes insistió a sus compañeros a dar la vuelta de reconocimiento al campo. La hicieron con sus familiares, sin gestos de celebración o alegría desbordada, saludando desde la distancia a los aficionados que se quedaron a aplaudirles, mientras algún futbolista se acercaba para dar una bufanda o camiseta que llevaba en la mano. Y ahí se acabó todo. Ningún discurso, ninguna parte en la que se agradecía a los que no estarán el año que viene, ningún gesto con la afición de tirar balones u otro objeto. Y tal y como salieron, se marcharon a vestuarios, a un acto privado en la zona de hospitality. En definitiva, una manera fría, triste, impersonal y desangelada de celebrar un hito histórico como el que acababa de conseguir la Real Sociedad. La afición acabó bastante decepcionada con el acto organizado por el club.

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