Un Barça comprometido
Con seis victorias consecutivas, se ha enchufado a la competición y transmite buen ambiente interno. Todas las estrellas, hasta Lewandowski que no jugó, quisieron estar en Guadalajara.
Nadie se quitó de en medio en Guadalajara. Aunque el viaje se anunciaba frío y desapacible, allí estuvieron todos. Flick no quiso dejarse nada en Barcelona porque no se fiaba del Depor. Recuperó a última hora a Szczesny, que fue para no jugar. No fue el único. Lewandowski, tocado, también quiso estar presente al lado de sus compañeros, aunque fuera para ver el partido pasando frío en la grada. Nadie se borró, como hace unos años no era extraño ver entre las estrellas, incluso en el mismo Barça. Una demostración de compromiso que seguro satisface a Flick. Y que se trasladó al césped. Su Barça fue capaz de masticar el partido y mantener la calma, sabedor de su superioridad, hasta resolverlo.
Los cracks, jugasen o no, estuvieron. Una buena noticia para Flick. Lamine jugó. Como mediapunta, y luego de extremo derecho. No fue su mejor día pero, como siempre, no dejó de intentarlo y cargar por su costado el ataque de su equipo. Y si a Pedri le llamaron a filas en el minuto 75, ahí estaba para ponerle el primer ingrediente a la jugada del 0-1. Eric respondió en el sitio en el que se reclamase. Fermín, peleó. Rashford, con más o menos acierto de cara gol, trabajó en todo el partido, tal vez con la memoria en las tardes-noches de la mítica FA Cup. No paró hasta que marcó. Y Koundé salió enchufado como si se tratase de un partido grande. Y los que no jugaron (y probablemente sabía que no iban a jugar), como Ferran o Raphinha, estaban ahí, como Lewandowski, para dar su aliento.
Lo reconozcan los protagonistas o no, algo ha cambiado en el Barça respecto al que empezó la temporada. Tal vez confundido por los éxitos del año anterior, por los rumores de salidas (Fermín, entre ellos), el lío clásico de las inscripciones o, directamente, porque siempre cuesta volver a enchufarse, la actitud del Barça no fue la mejor en los tres partidos iniciales. Lo criticó Flick. Primero, dio un toque de atención en Mallorca (“no podemos jugar al 50%). Y luego, un estacazo en Vallecas antes del primer parón (“los egos matan el éxito). Volvió con mejor actitud, pero sin los automatismos tan bien cogidos como el año anterior. Vinieron las derrotas contra el PSG, el Sevilla… Irregularidad hasta el Clásico.
Algo ha cambiado en el Barça desde aquel 2-1 en el Bernabéu. Ha perdido un partido más, en Stamford Bridge contra el Chelsea, pero sus constantes vitales son otras. Mejores. Siete victorias seguidas en Liga, seis seguidas en todas las competiciones. Varias porterías a cero. La defensa, mucho mejor parada sobre el campo. Jugadores que alcanzan niveles de forma parecidos a los de la temporada pasada. Y, sobre todo, un compromiso que representan bien jugadores como Raphinha, Pedri, Eric o Ferran, que se están echando el equipo a la espalda en un momento decisivo de la temporada.
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Un Barça a pie de obra
Recuperado Ter Stegen, y rehabilitado Christensen (Flick es un experto en ir recuperando jugadores, al vestuario sólo le quedarán un par de tareas para Navidad. Que Olmo y Gavi vuelvan cuanto antes. Y luego, que Araújo, que se ha tomado un descanso para trabajar su salud mental con profesionales, se tome el tiempo necesario para regresar en precto estado de revisto y listo para seguir en el Barça. Hace ya casi un año, en Yeda, se habló y no paró de la hermandad que había en un vestuario que, pese a los malos meses de noviembre y diciembre, acabó conquistando tres títulos. Esa sensación de compromiso, con todos los cracks juntos pasando frío por la Alcarria, fuese jugando, mirando o abrigándose, no parece casual.
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