Un Athletic en estado de gracia

El Athletic está tocado por los dioses. Domina el espacio europeo y sólo se pliega en España ante los tres que juegan otra liga, Barcelona, Madrid y Atlético. Once partidos sin perder, contando el periplo continental, y cinco victorias seguidas le ponen incluso en la onda del líder: está situado a seis puntos de la cima en la competición doméstica cuando esta se apresta a doblar la esquina hacia la segunda vuelta. En los 18 últimos compromisos acumula un solo tropiezo, en Girona y tras fallar tres penaltis. Una máquina imparable de ganar. Ojo, las sensaciones de este equipo son incluso más chisposas que las de esos que le anteceden en la tabla. ¿Es mucho soñar con el título? En cuatro días se ha merendado al campeón Madrid y a un rival directo por la cuarta plaza como el Villarreal. Y eso que en esta ocasión el partido fue bastante insulso. Da igual, se les ve en estado de gracia, penalizan los errores ajenos como nadie y marcan prácticamente de la nada. Tienen la contundencia de un peso pesado en las áreas. Todos les sale de cara y los triunfos empiezan a ser una bendita rutina.

El año pasado este partido Athletic-Villarreal vivió en el planeta de la pasión. El cuadro local llegaba tras ganar la Copa y el Submarino hizo el pasillo de honor al campeón, Marcelino recibió el abrazo de sus exjugadores y su club anunció que no mandaba delegación oficial al palco en protesta por el fichaje de Oyono desde su cantera hacia Lezama. Todo muy ferviente.

Esta vez el choque se escondió en el congelador. Para empezar, por la climatología siberiana, con cuatro o cinco instantes del diluvio universal. Y para continuar, por la huelga de la Grada de Animación, en protesta por las últimas sanciones y lo que consideran una persecución. Así que el campo animó a la vieja usanza, aportando cada cual un poco más de su parte en cuanto a aliento, sin esperar esa chispa de un fondo.

Valverde ante Marcelino. En La Catedral. El técnico que ha enviado al Athletic a otra dimensión frente al que lo sacó de un atasco que amenazaba con paralizarlo. Pocos pulsos en Primera con más morbo. Dos libretos opuestos, propuestas ganadoras que eligen un camino inverso en busca del gol. El Txingurri cree en el rock and roll, el ritmo endiablado, la verticalidad y el desenfreno. A García Toral le va más el control del juego, las posesiones largas, el fútbol adormilado. Su idea es estar bajando pulsaciones continuamente. Cuando los mediaspuntas, en este caso Berenguer y Sancet, se descuelgan y avanzan con la pelota, no les salen los centrales y eso propicia unas cuantas ocasiones de gol. No ve el equipo amarillo mayor problema en recibir un gol, porque sabe que en las botas de su gente hay unos cuantos tantos para contrarrestar ess posibles accidentes.

Los leones llevaban el choque de cara, aunque les costaba definir. En estos casos, la solución suele ser el balón parado. Al cuarto de hora, metió de cabeza Paredes tras saque de esquina de Ruiz de Galarreta. Barry no atacó el balón, estuvo muy tiernito y permitió elevarse completamente solo al central internacional. Lo peor vino por el meta Diego Conde, que salió a por uvas. Así que Aitor remató a puerta vacía. Si el arquero hubiera estado en su sitio, le habría cabeceado a bocajarro. Berenguer tuvo el 2-0.

Un saque de falta de Baena cogió a De Marcos despistado y permitió a Gueye rematar cruzado a la red, pero se anuló el tanto por fuera de juego. El Submarino reaccionó bien, empezó a coger el pulso a la cita y llegaba con comodidad al área rival, con sus clásicas oleadas, especialmente con Barry, aunque éste falló lo que no está en los escritos. Minutos más tarde, Pino cabeceó con un escorzo acrobático y obligó a lucirse a Agirrezabala.

El Submarino tenía cierta llegada, pero era inofensivo. Marcelino exigía más profundidad y se vio obligado a cambiar la partitura al descanso. Entregó la manija a Gueye y Comesaña y les rodeó de otros cuatro acompañantes ofensivos, con Gerard y Azoye, dos puntas muy movibles e incómodos que buscan tesoros entre líneas, más Baena y Pino revoloteando cerca. Los leones tenían claro que los robos en zonas medias les iban a facilitar una solución, viendo los laterales amarillos altos. En una de estas, Sancet, omnipresente, lanzó a la carrera a Iñaki Williams, que ganó en velocidad a un patoso Costa y puso la puntilla con la colaboración nuevamente de Conde. Encima, este en un mal gesto se dañó la rodilla. El 9 llevaba toda la tarde persiguiendo el gol, para celebrar por todo lo alto sus diez años en Primera. Es una década más viejo, igual de rápido y mucho más sabio.

A partir de ese 2-0, el Athletic tuvo el mérito de minimizar acontecimientos. Se dedicó a que no pasara nada y lo logró. Solo se vio un desafortunado balonazo de Baena a Gerard, que le dejó aturdido, le nubló la vista y obligó a Marcelino a quitarle. El que pudo poner el mejor broche a su tarde inmensa fue Sancet, con una vaselina que no coló ante Luiz Júnior. Fiesta completa en La Catedral. A este Athletic le sale todo. Esta vez sin el tradicional festejo de los jugadores con la Grada de Animación. Huelga por ambos lados. Una pena que quede empañado un momento tan dichoso.

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