Pesadilla en el Villamarín

El Betis sigue siendo una sombra del Betis en Europa. El equipo de Manuel Pellegrini no pasó del empate ante el Copenhague debido a un error de Bellerín que minimizó el tanto inicial de Abde. Sin apenas fútbol, el cuadro verdiblanco nunca demostró ser el aspirante que muchos señalan en esta Conference League. Quiso jugar con el tiempo ante un Copenhague casi contemplativo y terminó cayendo en su propia trampa sin tener ninguna capacidad de reacción en el caos final. No bastaron las arrancadas de Abde esta vez. Y el problema radica en que a día de hoy no demuestra tener demasiadas armas más.

Entre miedos y dudas comenzó el Betis su cita. El Copenhague presionó con valentía desde el primer minuto y tanto Robert como Elyounoussi, sus valientes extremos, tantearon los nervios del equipo verdiblanco. Pellegrini quería control y su oponente prefería algo más cercano a la locura. Sin tiempo para casi nada, el Betis encontró el gol antes que el fútbol. Lo hizo tras la enésima carrera en la presión de Chimy y con Abde rompiendo los tiempos. Paró el balón desde la lejanía de la meta de Trott y su misil fue directo a la red para delirio del Villamarín. La sonrisa del marroquí ya había vuelto en este inicio de curso. Y no quiere abandonarla ya. Pellegrini levantó los brazos confiando en que esta vez el plan podía estar de su lado. Aunque no fuese así.

La partida cambió por completo. El Betis esperó para que Bakambu cazara algún espacio y Chimy gastara su interminable energía. Era una comodidad relativa porque el Copenhague tenía el balón. Con Elyounoussi queriendo ritmo y con Claesson esquivando líneas. En ese puzle reinaban Diego Llorente y Natan, los dos centrales llegados en verano que brillan en anticipaciones y en espacios. Los de Jacob Neestrup, tan necesitados como los verdiblancos, fabricaban su fútbol al ralentí. El Betis quería más. Bakambu tanteó desmarques y Fornals irrumpía por el centro con intensidad. Pero solo Abde ponía otra velocidad.

La reanudación colocó a Vitor Roque en escena. Pero el fútbol del Betis seguía siendo previsible si Abde no estiraba sus carreras. Ese retocado sistema táctico apenas trajo vértigo arriba. El equipo bético adelantó sus líneas para arrebatar el balón a un Copenhague que exponía pocos argumentos, pero se mantenía en la delgada línea que le invitaba a llevarse algo positivo del Villamarín. Fornals tuvo la sentencia tras una buena acción de Ricardo Rodríguez, pero su disparo encontró una respuesta notable por parte de Trott. La calma era engañosa y el Copenhague lo aprovechó. Diks apareció en el área bética y Bellerín cometió un error al derribarlo sin darse cuenta de su presencia. Adrián no logró salvar la pena máxima.

El Betis miró el reloj tras haber jugado demasiado con los tiempos. Las prisas invitaron a la locura. Pellegrini tiró de Assane y Juanmi a la espera de una respuesta de ímpetu. Quizás un hilo de desesperación al que el Copenhague supo agarrarse con inteligencia. Nadie encontró espacios. Heliópolis le pidió más a los suyos pero ningún líder levantó la mano para escribir su nombre en un cierre sin historia. El Betis se dejó dos puntos más en su camino hacia la incertidumbre continental y los lamentos se multiplican. Otro caos inesperado. Otra vez en Europa.

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