Triste jornada en Gijón por el fallecimiento de José Manuel Espinosa
El defensa toledano, afincado en Gijón desde que dejó el fútbol, jugó en el Castilla que disputó la final de Copa en 1980, el Sporting y el Celta.
El sportinguismo vive horas muy tristes por el fallecimiento de José Manuel Espinosa, a los 66 años, a causa de una enfermedad agravada en los últimos meses. Espinosa jugó seis temporadas en el equipo rojiblanco de los 80 y ha dejado una huella imborrable en Gijón, ciudad donde se instaló y echó raíces tras su retirada del fútbol en 1991, cuando colgó las botas después de tres temporadas en el Celta de Vigo.
Este toledano de nacimiento (San Bartolomé de las Abiertas, 1959) fue un aguerrido defensa, notable marcador central, que se formó en el histórico Castilla que llegó a disputar la final de la Copa del Rey precisamente después de eliminar al Sporting en semifinales en las que cumplió con éxito la tarea de secar a Enrique Castro, el legendario Quini. Sin embargo, el marcaje que ha quedado marcado en su carrera fue el que realizó a Diego Armando Maradona en El Molinón.
Vujadin Boskov, que le conocía de su etapa como entrenador del Real Madrid, fue quien llevó a Espinosa al Sporting en el verano de 1982. El nuevo defensa sportinguista, que compartió vestuario y compitió por el puesto con Maceda, Jiménez o Mino, fue un habitual de las alineaciones rojiblancas tanto con el técnico yugoslavo como con José Manuel Díaz Novoa, su otro entrenador en Gijón que después lo llevó al Celta.
El famoso marcaje a Maradona se produjo en el partido que enfrentó al Sporting y al FC Barcelona en El Molinón el 12 de febrero de 1984. Aquel encuentro acabó sin goles, entre otras razones, por la labor de Espinosa en la tarea de secar al Pelusa que le encargó precisamente Boskov.
“Le hice un marcaje sin patadas. Le decía que estuviera tranquilo, que yo iba al balón, y él me contestaba ‘no te preocupes, haz tu partido y yo el mío”, recordaba Espinosa en una entrevista con el diario El Comercio. Tan limpio fue el marcaje que Franco Martínez, árbitro de aquel encuentro, no necesitó mostrar tarjeta amarilla alguna; el único amonestado en los locales fue Joaquín, uno de los grandes afectados en estas duras horas por el fallecimiento de su ex compañero y amigo.
La final de la Copa del Rey fue el mayor hito en la carrera de Espinosa en aquel Castilla de Agustín y Gallego, que perdió en la ida 2-0 en El Molinón (los dos goles de penalti, obra de Ciriaco) y goleó por 4-1 a los rojiblancos en el Santiago Bernabéu para impedir que el Sporting disputase la que hubiera sido su primera final de la Copa del Rey. Ni Quini, que desesperado por el marcaje de Espinosa en Gijón fue amonestado por el árbitro, ni Ferrero fueron capaces de desbordar a aquella defensa del filial madridista en la que estaba este toledano convertido en un gijonés más en una ciudad donde regentó una inmobiliaria de su propiedad hasta su jubilación.
Aquella final copera, que perdió ante el Real Madrid por 6-1 sin llegar a jugar un solo minuto, le permitió debutar en competición europea. Fue en la primera eliminatoria frente al West Ham ante el que disputó los dos partidos. Después vendrían en Gijón dos experiencias con el Sporting en la Copa de la UEFA. A nivel de selección fue internacional Sub-21 en nueve ocasiones. En Gijón será recordado siempre por una gran condición humana y por su cercanía con todos los que tuvieron oportunidad de conocerle.
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