Travesía aciaga a domicilio
Las últimas cinco derrotas consecutivas, lejos de Ipurua, colocan al Eibar como el cuarto peor visitante de la categoría.
Al Eibar le entra el mal de altura. En este inicio de curso, los guipuzcoanos han dejado claro por activa y por pasiva que lo de viajar no va con ellos. Desde la victoria en el Carlos Belmonte, allá por principios de septiembre, el combinado armero no sabe lo que es ganar fuera de Ipurua. Ocasiones no le han faltado. Almería, Real Oviedo, Mirandés, Málaga, Deportivo y Burgos han sido sus últimos rivales como visitante. Pero todos ellos han sido capaces de sumar ante los azulgranas. Hasta la UD Logroñés de Segunda RFEF fue capaz de imponerse al cuadro dirigido por Joseba Etxeberria en la eliminatoria copera. Así las cosas, su bagaje a domicilio es alarmante. Los últimos seis desplazamientos se traducen en derrotas y tienen como semejanza el mismo resultado (1-0).
En los seis compromisos mencionados, el Eibar no ha sido capaz de superar la meta contraria en ninguno de ellos. Dato que no es de extrañar, si reparamos en la poca insistencia ofensiva de su último duelo. Los armeros tan solo dispararon una vez a portería en El Plantío y, salvo alguna acción aislada de estrategia, no generaron peligro en ataque. Jon Bautista y Jorge Pascual apenas entraron en contacto con el balón, mientras que Antonio Puertas y Jon Guruzeta se limitaron a hacer largas conducciones en zonas de poca incidencia. Aspectos que demuestran el dominio manifiesto del cuadro visitante. A juzgar por la altura de un bando y otro, podemos deducir que Ramis le ganó la partida a Etxeberria. O que cuanto menos pudo ejecutar el plan que tenía en mente.
El combinado eibartarra ni tuvo salida por los costados ni pudo progresar en zonas interiores. Los burgaleses les esperaron en bloque medio, a sabiendas de la dificultad de su contrincante para avanzar metros ante la baja de Matheus, y los errores se propagaron. Cada desplazamiento en largo de los azulgranas acababa en pies de los locales y, por más que el marcador invitara al desenfreno, al Eibar le costó horrores instalarse en campo contrario. Una vez instalados en su territorio, le faltaron registros para generar peligro. Más allá de los forzados centros laterales, no pudieron casi pisar el área blanquinegra y, con una sensación de impotencia, escucharon el pitido final del árbitro. Está claro que la película cambia en Ipurua, donde los números se equiparan con los clubes alojados en ascenso directo, pero en caso de querer optar a lo más alto, el cuadro armero no puede perder la mitad del campeonato.
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