España inspira el ‘boom’ georgiano: “Bajitos y jugones”
Mamardashvili y Kochorashvili abrieron un camino que prosiguen Mikautadze y Tabatadze. Georgia está de moda en España. Arveladze: “En la URSS nos llamaban los soviéticos latinos”
De España a Georgia hay una distancia de más de 5.000 kilómetros, una barrera de tierra y mar que el fútbol se ha encargado de romper en los últimos años. El fútbol georgiano está de moda en España. Y no está saliendo mal la apuesta. El mejor ejemplo está en la Comunidad Valenciana con el enorme impacto de Georges Mikautadze en Villarreal y los éxitos de Kochorashvili o Mamardashvili en Levante y Valencia.
Desde 2016 han arribado a España futbolistas como Giorgi Aburjania, Otar Kakabadze, Giorgi Papunashvili o Giorgi Makaridze, que, en sus casos, no pudieron asentarse en nuestras ligas nacionales. Algo que sí consiguió la camada liderada por Kochorashvili y Mamardashvili, dos modelos de éxito que allanaron el camino para la llegada en los dos últimos años de Mikautadze al Villarreal, Tsitaishvili y Gagnidze a Granada o de Tabatadze a Cádiz.
¿Pero cómo se explica este boom del fútbol georgiano en España? Para Nika Kevkhishvili, director deportivo georgiano, una de las claves es el efecto Kvaratskhelia, que ha demostrado que “en estos países pequeños hay talentos interesantes” y ha abierto la mente a clubes europeos para captar talentos jóvenes para que florezcan en sus competiciones. “Pese a estar en Europa del Este, en Georgia se juega un fútbol más cercano al sur de Europa, con jugadores muy técnicos”, admite.
Otro experto del fútbol georgiano, el descubridor de Mamardashvili, Antonio López, apunta al precio de los futbolistas. Son muy económicos y poseen salarios muy bajos. Y en una época donde los equipos españoles deben reinventarse ante las dificultades económicas, han comenzado a tomar riesgos de apostar por unos jugadores que López considera “un poco latinos, con carácter, alegría y con buen físico”, que están abocados a salir de su país ante la falta de estructura.
“Lo que más me llamaba la atención es lo combativos que son, que físicamente son muy fuertes y además tienen muchas ganas de triunfar. Son muy buenos jugadores, con disciplina y con una pasión tremenda por el fútbol. Estuve un año viendo a Mamardashvili y decía ‘madre mía, qué jugador’, y así ha sido con él y con otros casos”, reflexiona Antonio López.
La metodología española, clave en al auge del fútbol georgiano
Nika Kevkhishvili pone un antes y un después en el vuelco que se le dio al fútbol formativo en 2012. Históricamente el talento estuvo ahí, “pero el desarrollo no” ante la poca infraestructura de fútbol base existente en el país. Hasta que la influencia española cambió radicalmente la cantera georgiana.
El Dinamo de Tiflis, el club más importante del país, abrió una academia “con un núcleo transferido de La Masía”, con Álex García como el primer entrenador que tuvo gran influencia en el sistema de desarrollo cuando dirigía al primer equipo. “Es una dinámica que viene de lejos, los fundamentos y la base de los futbolistas de Georgia ha crecido porque usamos la metodología española. Siempre hemos intentado crear algo similar al trabajo que se hace en España”, explica Kevkhishvili.
El director deportivo georgiano lo tiene claro. Quedan muchos prospectos por llegar a España porque “tienen la capacidad técnica y el potencial” para despuntar. Tanto es así que también Antonio López se aventura a dar dos nombres a los que habrá que estar atentos. El mediocentro del Dinamo de Tiflis Luca Tsulaia, de apenas 18 años, y Dato Bukia, defensa del Lokomotiv.
Giorgi Demetradze, el precursor en España
El camino abierto por Giorgi Demetradze en 2001, primer georgiano de la historia de LaLiga y que apenas disputó 13 partidos con la camiseta de la Real Sociedad, fue recorrido luego por el mítico Shota Arveladze en el 2008 con los colores del Levante. El ariete, pese a jugar apenas cuatro encuentros, es recordado por ser el máximo goleador de la historia de Georgia con 291 goles en 410 partidos de liga con sus clubes y 26 goles en 61 partidos con la selección.
Arveladze, que atiende al Diario AS desde Estambul, coincide en que el fútbol georgiano “es latino” y cercano al español. “En la Unión Soviética siempre nos llamaban los soviéticos latinos porque éramos bajitos y nos gustaba tocar el balón, jugones”, abunda el exdelantero. Y por supuesto, recalca el buen feedback de la tendencia al alza de las estrellas georgianas: “Cuando uno lo hace bien, el resto de equipos hacen scout y buscan replicar la fórmula”.
La llegada de Arveladze a España se remonta a la temporada 2007/2008, ya con 35 años y con un contrato de un año en el Levante, una aventura que terminó de manera abrupta por las lesiones. Su último partido fue contra el Real Madrid en la casa blanca: “Fue muy bonito acabar mi carrera en el Santiago Bernabéu”.
Sin embargo, la historia de Arveladze con España pudo haber sido muy distinta y con 12 años de antelación. Corría la temporada 1995/1996 cuando el Deportivo de La Coruña dirigido por John Benjamin Toshack se interesó por el goleador caucásico. Allí estuvo a punto de firmar un contrato de cinco años y compartir vestuario con Donato, Mauro Silva, Rafa Martín Vázquez o Bebeto, pero la operación no fraguó.
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“Pude firmar el contrato junto a mi hermano Archil, pero no pudieron ficharle y la operación se cayó. O nos quedábamos ambos en el Trabzonspor o íbamos juntos al Deportivo. Ya luego firmé por el Ajax y él por el NAC Breda. Ese fue mi primer acercamiento con el fútbol español”, desvela.
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