El tsunami de Chipre se llevó a Javier Clemente
España regresa al lugar del crimen cuando se cumplen 25 años del cese del seleccionador tras la derrota en Larnaca por tres goles a dos. Fue el final de seis años del técnico al frente de La Roja.
España vuelve a Chipre en el 25 aniversario de una de las páginas más dolorosas en la historia de la Selección, el 3-2 de 1998 que le costó el puesto a Javier Clemente. “De mil veces que se juegue ese partido lo perdemos una. Fue una derrota para mí y una gran victoria para todos los que me estaban esperando, pero eso ya es agua pasada”, recuerda el técnico vasco que cerró en Larnaca una intensa etapa de seis años al frente de La Roja. Curiosamente, esa tarde de septiembre de hace un cuarto de siglo Clemente había empezado a remover sus convicciones y había alineado a cinco delanteros: Etxeberria, Alfonso, Morientes, Raúl y Luis Enrique. “Pero nos metieron tres golazos en tres remates que hoy estarían entre los favoritos al premio Puskas”, dice Kiko Narváez que entró al campo para suplir a Alfonso, lesionado antes del descanso tras vaciarse como centrocampista. El partido de Chipre venía de nalgas...
La Selección vivía una zozobra intensa tras caer en la fase de grupos del Mundial de Francia, justo antes del verano. Zubizarreta se retira tras esa Copa del Mundo con el mal sabor de un estrepitoso fallo frente a Nigeria. Javier Clemente entiende que es el momento de una renovación profunda, empezando por el portero. Cañizares se hace definitivamente con la titularidad en Chipre, en el partido que abría la fase de clasificación para la Eurocopa 2000, que luego se iría al traste con un penalti al limbo de Raúl. Los recuerdos de aquella tarde en Larnaca aún persiguen a los protagonistas: “Nos remataron tres veces y todas por la escuadra. Luego fuimos a jugar contra Israel, y me volvieron a meter otro gol por el ángulo. Me mosqueé, ¿pero aquí qué pasa, que sólo saben rematar a la escuadra o qué?”, rememora Santi Cañizares que aún tiene un pesar con el partido de Larnaca.
Chipre era una selección casi de aficionados. Sólo cuatro jugadores eran profesionales. En el equipo había desde un panadero hasta un médico, pasando por un pollero y un abogado. Pero la culpa de todo la tuvo un policía: Panikos Georgiou, su seleccionador, un funcionario de vigilancia aduanera. Javi Clemente decidió no entrenar en Larnaca y se quedó en Nicosia. Con la mala suerte de que el campo escogido daba al ventanal de un periódico chipriota, que se chivó a Georgiu para que disfrutara de las vistas. “Lo vi todo mientras fumaba y tomaba café junto a mi amigo Gavriedes, un gran periodista, que fue quien me avisó”, reveló Georgiu. A Clemente no le parece que eso fuera “para presumir”, pero no cree que ahí estuviera el secreto de esa derrota. “La clave fue que nos metieron tres goles como tres soles, y no se puede hacer nada cuando el rival tiene esa efectividad. No tuvo nada que ver que saliera con más o menos jugadores ofensivos, fue una cuestión del acierto pleno que tuvieron en los remates a puerta”, zanja Javi. Una vaselina, un zurdazo y un remate de cabeza, los tres en verdad a las esquinas de la meta de Cañizares, fueron esos tres golazos que, como insiste Kiko, “hoy estarían en los highlights del año”.
De parecida opinión a la del entonces seleccionador y también a la de muchos de sus compañeros es Miguel Ángel Nadal, el más famoso de los Nadal hasta el advenimiento de su sobrino Rafa. Miguel Ángel, un gran centrocampista defensivo, uno de los prototipos de Clemente en su manual defensivo de cabecera, se vio esa tarde, de repente, rodeado de delanteros. “Pero eso no hace culpable de aquella derrota a Javi Clemente. Simplemente pasó lo que a veces pasa en el fútbol y en el deporte: el rival tuvo un gran día y nosotros uno malo”. Nadal, que lo lleva en los genes, también hace autocrítica: “Ninguno de nosotros ofreció su mejor rendimiento. Las cosas no salieron como esperábamos, fue algo inesperado y desesperante a la vez. Nada nos salió bien”, advierte el que fuera pilar del Barça.
Todos los protagonistas tienen un recuerdo común 25 años después del partido de Larnaca: la casi milagrosa efectividad de Chipre frente a Cañizares. “Pero si pudieron marcar esos tres goles es porque nosotros no estuvimos finos. Defensivamente fue uno de los peores partidos de la Selección y, lamentablemente, no estuvimos a la altura”, se confiesa Rafa Alkorta, quien rompe una lanza por Clemente. “Fue un gran seleccionador y él no tiene la culpa de que en ese partido nos marcara tres goles un rival, sobre el papel inferior, que supo aprovechar que nos replegamos tarde y mal, algo extraño en nuestra Selección”.
Pero tras la derrota Javi se va. Y se fue, justamente seis años y un día después de llegar al cargo, con un palmarés, en verdad, apreciable: 62 partidos, 36 victorias, 20 empates, 6 derrotas, 126 goles a favor y 43 en contra. La víspera del cese-dimisión (nunca se supo muy bien) la entonces ministra de Educación, Esperanza Aguirre, y pese que la especialidad de la política liberal era y es el golf, había pedido a la Federación la destitución del técnico vasco. “Se veía venir que el tsunami se iba a llevar a Javi”, rememora Kiko, el único jugador español que abrió la boca tras aquel partido. “Luego me rompí el tobillo y ya no pude jugar más en la fase de clasificación para esa Eurocopa” en la que, finalmente, España terminó primera de grupo. Para Clemente no fue una sorpresa. “No me extrañó para nada ese liderato. España era la mejor Selección del grupo y así se lo dije a los chicos en el vestuario de Larnaca, tras la derrota: “No os preocupéis que esto ha sido un accidente y se quedará en un mal recuerdo. Vais a jugar la Eurocopa”. Y así fue, pero ya sin el Rubio de Barakaldo en el banquillo, sino con José Antonio Camacho como seleccionador.
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