LEGANÉS

Y de repente, Yvan Neyou

El camerunés ha salido del ostracismo que tenía con Idiakez para destaparse como un recurso valioso en la era Carlos Martínez. Ante el Villarreal sólo falló tres de los 46 pases que dio.

Juan AguadoDIARIO AS

Y de repente, Yvan Neyou. El medio centro camerunés del Leganés ha irrumpido con fuerza en los planes de los pepineros después de permanecer a la sombra del ostracismo durante buena parte de la temporada. El buen hacer de Iker Undabarrena y la negativa de su ex entrenador, Imanol Idiakez, por darle bola aunque sólo fuera por rotaciones de descanso imantaron al pivote cedido por el Rennes a un rol secundario que, circunstancias mediante, ha sabido sacudirse para deslumbrar a los que ya lo daban por perdido.

No le ayudaron a hacerse un hueco ni las lesiones (permaneció mes y medio KO al inicio de curso), ni alguna de sus actuaciones, como el manotazo infantil que le valió la roja ante el Racing de Santander y que fue, en parte la última puntilla con la que Imanol Idiakez lo sepultó en el banquillo. Deslizaba el preparador guipuzcoano que era un futbolista con poca capacidad de adaptación y aferrado a ese argumento (y a su tradicional tendencia de no tocar lo que le gustaba) decidió convertir a Neyou en un testigo ocasional de los partidos del Lega.

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Yvan Neyou

Renacer con Idiakez

Fue en Málaga, cuando en Butarque sonaron de verdad las sirenas de alarma, cuando se destapó que podía ser jugador importante en los planes blanquiazules. En la Rosaleda ejerció de apagafuegos. Raba se lesionó e Idiakez le concedió la potestad de apuntalar el medio campo. Cumplió y con creces hasta ser el mejor jugador de campo pepinero en la derrota (2-0) frente a los andaluces. Ante el Cartagena, en el siguiente partido, ejerció de titular y, desde el 60′, en las funciones que más le gustan, las de pivote único. Undabarrena se lesionó (problemas musculares en parte derivados de la fatiga por jugarlo todo) en una desgracia que permitió a Neyou asentarse en el once.

Carlos Martínez apostó por él desde su estreno en Ponferrada. El extremeño quiso para ese duelo usar a los jugadores específicos para cada posición y no inventar experimentos. Le salió a las mil maravillas. Tanto, que aún sin Undabarrena, tocado, decidió seguir empotrándolo en la medular para, esta vez, tener pareja de baile diferente. El doble pivote Neyou – Cissé empotró al centro del campo en la zona de creación del Villarreal B y aportó dinamismo a la medular.

Un 93% de acierto en el pase

Individualmente, Neyou rozó la perfección en el pase. De los 46 que dio, sólo tres acabaron en piernas del rival. Un 93% de acierto que lo situó como el blanquiazul más atinado. Repitió tino como le sucedió ante el Cartagena, cuando apenas marró un pase de los 28 que dio (96%) o ante el Málaga, cuando sólo falló dos pases de los 40 que intentó (95%). Además, su sentido de la presión le permitió cubrir amplias zonas de verde que mejoraron la presión pepinera. Precisamente de este concepto nació el 1-0, que emergió de sus piernas en un pase a Karrikaburu que el navarro convirtió en oro con un latigazo seco. Genial.

No se puede considerar el pase de Neyou como asistencia, ni mucho menos, pero la zona donde el camerunés le dio el pase entre líneas a Karrika, más en los límites del interior derecho que del pivote defensivo, demuestran que el ‘16′ se maneja bien entre líneas. Al igual que lo hizo ante la presión rival o en estático para tapar líneas a los contrarios. Virtudes que habían permanecido tapadas… hasta ahora que se ha descubierto como un recurso valioso.

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