Molinos y los homenajes: entre Maradona, el Barça… y Negreira

Recibía Fernando Molinos este sábado, en la Ciudad Deportiva Dani Jarque, un cálido homenaje a la altura de la leyenda que representa para el Espanyol, del que es propietario de la puerta 4 del estadio de Cornellà-El Prat, el sexto futbolista que más partidos disputó (319, a uno de Mauricio Pochettino) durante 11 temporadas, además de exconsejero, vicepresidente y director general. Ni expresidentes como Dani Sánchez Llibre o Joan Collet, ni exjugadores y amigos, de Rafa Marañón a Jordi Lardín o Joan Capdevila, se perdieron este tributo organizado entre el club, la Fundació y la Agrupación de Veteranos. Un éxito. Pero no fue el primero.

A Molinos, que durante su carrera como perico tuvo fama de jugador duro, rocoso, pero al que jamás mostraron una tarjeta roja, ya se le brindó un gran homenaje hace justo 40 años. Coincidiendo con la Diada de 1984, el 11 de septiembre, se le tributó en Sarrià un partido de despedida, toda vez que había decidido colgar las botas. Un amistoso entre sus dos equipos, el Espanyol y un Real Zaragoza en que había jugado sus tres primeros años como profesional, y de cuya ciudad procedía. Ganaron los de Xabier Azkargorta, 4-1 (y eso que fallaron un penalti), y Molinos jugó los primeros 32 minutos. Enfrente, con los blanquillos, José Cano ‘Canito’. Y hubo mucha más intrahistoria detrás.

La huelga, Olmo y Artola

Porque si acudieron 5.000 espectadores, y no más, al mítico estadio perico fue por dos motivos. El primero, que tan sólo dos días antes los futbolistas habían convocado a través de la AFE una huelga que provocó que ese fin de semana se jugara la jornada de Liga con juveniles y ‘amateurs’ (el propio Espanyol perdió 5-1 en Valencia justo antes del homenaje). El segundo, que una vez agendado el tributo a Molinos, el Barcelona decidió homenajear en el Camp Nou a Antonio Olmo y Pello Artola el mismo día y a la misma hora. ¿Quieren todavía más? Pues lo hay.

En efecto, ¿a que no saben quién arbitró el amistoso en honor a Molinos? José María Enríquez Negreira, el árbitro que ahora da nombre al mayor escándalo, presuntamente, del fútbol español, por los contratos que en las últimas décadas le unieron al propio Barça. ¿Y quién iba a acudir al homenaje, de no ser porque le pusieron un partido oficial al día siguiente? Pues sí, el mismísmo Diego Armando Maradona estuvo a punto de vestir por un día la camiseta blanquiazul del Espanyol.

Maradona pudo vestir la camiseta del Espanyol

Si el ‘Pelusa’ estaba por la labor, tal como gestionó hasta el último momento su representante de entonces, Jorge Czysterpiller, fue porque apenas cuatro meses antes, había entablado una relación de amistad enorme con Molinos gracias a la representación de la obra teatral ‘La venganza de Don Mendo’, que el centrocampista perico organizó en calidad de capitán y en la que participó, aún siendo jugador culé, el astro argentino. Ese verano era traspasado, y la pena fue que el 12 de septiembre jugaba con el Nápoles, en el inicio de su revolución en el ‘Calcio’.

La primera gran fiesta en honor a Molinos, la de la Diada de 1984, había empezado sobre el césped de Sarrià con la actuación del cuadro de jotas del Centro Aragonés de Barcelona y los ‘castellers’ Els Falcons de Vilafranca. Y terminó en el hotel Ritz de Barcelona, donde la Federació Catalana de Futbol le hizo entrega de su medalla de plata y, entre otros muchos clubes que le agasajaron, un insólito Joan Gaspart le entregó un obsequio en nombre del Barça, del que ya era vicepresidente. “En el Espanyol dejo algo de mí mismo”, declaró aquel día Molinos. Cuatro décadas después, a fe que aquello era cierto.

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