Golpe de líder

Al Espanyol, en el duelo contra el Real Valladolid, le salió todo de cara. Porque trabajó y mejoró la imagen de Villarreal, pero también porque supo atacar y defender a los vallisoletanos. También porque fueron más agresivos. Un partido sólido de un equipo con madera de líder, que mostró en su estadio su mejor cara. Tuvo también un punto de suerte, sobre todo en el primer gol pues el árbitro mandó repetir un penalti fallado, pero en líneas generales fue superior a su rival. Un Valladolid al que le faltó fluidez y pegada, incapaz de prolongar la racha de cinco victorias seguidas pese a tener varias opciones de, por lo menos, meter un gol. Destacaron los hombres ofensivos de los pericos, especialmente Melamed y Puado, pero también un imperial Gragera que desbarató una y otra vez las embestidas visitantes.

El inicio del partido dejó claro que el Valladolid iba a apretar arriba al Espanyol pero que si los blanquiazules lograban salir jugando iban a generar mucho peligro. Y ni cuatro minutos tardaron en demostrarlo. Melamed metió un pase estratosférico a Puado, escorado a la derecha, que centró a Pere Milla, solo, frente a John. Y ahí es donde entró la dualidad del portero, ese paso de héroe a villano casi instantáneo en el fútbol. Lo que no es tan normal es que uno pase de una condición a otra y se vuelva a la primera. El meta del Valladolid paró el remate a bocajarro de Pere Milla, héroe, cometió penalti sobre Braithwaite, villano, y paró el lanzamiento desde los once metros del danés, héroe otra vez. Pero el destino todavía tenía un giro guardado para esta jugada. Un jugador del Valladolid entró en el área antes del lanzamiento del penalti por lo que el árbitro mandó repetirlo. Y Braithwaite no falló una segunda vez.

El tempranero gol perico no encogió al Valladolid, que en la jugada inmediatamente posterior probó a Pacheco con un disparo de Kennedy. Pero el peligro real llegó de las botas de Sylla, que perfectamente pudo igualar el encuentro. Pero se encontró a Pacheco. Todo en poco más de 15 minutos en un inicio tan eléctrico como entretenido. El Valladolid estaba bien plantado, progresando normalmente por la izquierda, en un partido ya más sosegado. Al Espanyol le faltó balón para generar más pero tampoco sufrió en exceso: Gragera y Aguado cerraron el medio y dejaron poco margen al Valladolid para progresar por dentro.

Pero el Espanyol, este Espanyol, tiene un potencial arriba que asusta. Melamed, Puado, Braithwaite, Pere Milla… Y conectaron los dos primeros para el 2-0. Una acción aislada, fruto de una mala salida del Valladolid, que permitió a los locales poner tierra de por medio ya antes del descanso. Los blanquivioletas volvieron a reaccionar bien al golpe, sin llegar sin embargo a reducir las distancias.

Con el balón ya constantemente en los pies de los jugadores del Valladolid, el Espanyol se dedicó principalmente a defender. Sufrió cuando se hundió, cuando los once estuvieron en su campo, pero amenazó al Valladolid cada vez que robó en campo contrario. Los visitantes echaron de menos una mayor fluidez por dentro, pues siguieron atacando por los costados. Con más insistencia que eficacia, el gran problema del Valladolid en Cornellà. Iván Sánchez, ahora mucho más activo, empezó a ser un problema para la defensa.

Los minutos finales no fueron, como a veces pasa en estas situaciones, un asedio. Evidentemente fue el Valladolid quien más insistió, pero apenas obligó a Pacheco a intervenir. Pocas ideas, como durante todo el partido, más allá de los centros laterales en los que tanto Cabrera como Calero se mostraron infalibles. Cedric, ya en el descuento, erró la más clara del Valladolid en todo el encuentro.

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