El Sporting hurga en la herida de Las Palmas

De nada le vale a Las Palmas, y de muchísimo al Sporting. Así se puede resumir, por cómo se desarrolló el duelo, este partido entre ambos equipos. El equipo insular, líder hace nada, continúa desinflándose y ya es tercero, a dos puntos de un ascenso directo que parecía suyo por derecho propio hasta hace nada. Ni que tuviera de pronto mal de altura, ahora mismo es un equipo ansioso, enredado en sus propios miedos, acaso pagando pecados recientes de exceso de confianza y pobre administración de la maravillosa ventaja que tenía.

Por su parte, el grupo asturiano, sumido en mil problemas deportivos e institucionales, sale reforzado de Gran Canaria tras ese golazo de Queipo que supo rentabilizar a las mil maravillas. Especialmente después de la expulsión de Marsá que le condenó a aguantar el asedio visitante tras el empate de Viera, que llegó de penalti.

De pronto, Las Palmas está hecha un auténtico manojo de nervios. Hoy, otra vez, volvió a pecar de lo mismo ante el aguerrido Sporting. Y eso que el equipo grancanario comenzó muy pronto, fiel a su estilo y a la necesidad presente, a encimar a su rival. Pejiño intentó probar suerte a los cinco minutos desde fuera del área mientras el equipo de Miguel Ángel Ramírez, criado además en la cantera de la propia UD, esperaba una oportunidad de salir al contragolpe, descartando por completo llevar la iniciativa del duelo.

Sin embargo, cuando más parecía Las Palmas acorralar al Sporting, saltó la sorpresa. Ocurrió que el propio Pejiño perdió una pelota en el centro del campo, lo que pilló desprevenidos tanto al extremo de Barbate como al resto de compañeros. Rápidamente estaba ya el Sporting en el área de Valles y, tras un rechace, el cuero acabó en la bota derecha de Varane, que lanzó un pase delicioso, ni que fuera un beso volado, hasta Queipo, que anotó un golazo. En una secuencia tan rápida como preciosa, los visitantes se adelantaron en el marcador.

Desde entonces, minuto 18, el decorado del partido cambió por completo. No porque el equipo asturiano cambiara su propuesta, pues mucho menos le interesaba con ese 0-1, sino porque Las Palmas se cayó con todo. De pronto, sin capacidad de encontrar soluciones, la hueste de García Pimienta se enredaba más y más en la telaraña rival. Y para una ocasión que tuvo, aquella de Loren, que se lio cuando tenía un disparo franco y a Sergi Cardona entrando como un cohete por su izquierda, la desperdició.

VAR.

Tras el descanso, si primero detectó un fuera de Pejiño antes de que marcara Moleiro, poco después vio un claro penalti sobre Marc Cardona que Viera anotó. El partido ya era un suplicio para el Sporting, que se quedó con 10 tras la expulsión de Marsá, que perdió los papeles protestando, con gestos groseros tocándose la cara, un penalti bastante claro.

Ahora sí, obviamente favorecida por la superioridad numérica, Las Palmas se volcó del todo sobre la portería de Cuéllar, cuyos dominios bien parecieran un atasco en hora punta. Los tres cambios al descanso, especialmente el de Marvin Park, ran revolucionario siempre, en algo ayudaron también. La ansiedad podía con los jugadores de la UD por más que lo intentaran una y otra vez con más corazón de cabeza, con mucho de alma y poco de todo el talento que atesoran, como aquella clara ocasión de Moleiro, en vez de mandarla al interior de la portería contraria con todo a favor, chutó la pelota directamente a la grada.

Como ha demostrado tantas veces este curso (Andorra, Leganés…) a Las Palmas no se le da nada bien el caos que te puede generar jugar con uno más. Y hasta casi pierde el partido ante el vigoroso Sporting. Así, la heroica resistencia asturiana casi tuvo premio, pues Izquierdoz no hizo el 1-2 de milagro cuando más sufrían los suyos. Primero tras una parada fantástica de Valles y después, tras el saque de córner de esa misma jugada en la remató, de cabeza, completamente solo. El balón se fue al limbo. El partido se consumió con este punto para cada uno que se le sabe a gloria al equipo asturiano mientras que Las Palmas continúa sumida en sus propias miserias, desinflándose cuando podría haber tenido el ascenso más que encarrilado. En los últimos cuatro partidos, tres empates y una derrota. Ya es cuarta. El tren de la liga, ahora mismo, le está pasando por encima.