REAL VALLADOLID

El incierto futuro del recién ascendido Real Valladolid

Con el club en venta, con tres posibles compradores y a la espera de ver qué pasa con Pezzolano, la afición celebra el décimo ascenso del equipo.

PRG PHOTOGENIC

Ascender de Segunda a Primera es una alegría indescriptible. Hacerlo remontando en el tiempo de descuento, con una jornada todavía por disputarse, no tiene parangón. El Real Valladolid consiguió uno de sus ascensos más complicados, el de este año es el décimo, después de una temporada tremenda llena de turbulencias, polémicas, críticas y divorcio total entre el técnico, Paulo Pezzolano, y la afición blanquivioleta.

No es sólo culpa del técnico. Cuando en 2022 Ronaldo Nazário decidió cambiar el escudo sin consulta previa, cuestión que arregló en diciembre de 2023, abrió una brecha por la que lleva sangrando la entidad dos años. Uno de los daños colaterales ha sido Paulo Pezzolano. Sustituyó a Pacheta después del bochornoso 6-0 del Bernabéu en abril de 2022 y aunque empezó bien se fue cayendo hasta descender con todos los condicionantes a favor para lograr la permanencia. De los últimos ocho partidos debía ganar dos y sólo sumó los tres puntos ante el Barça. Es más, su equipo no fue capaz de disparar entre los tres palos en los dos últimos encuentros ante Almería y Getafe y eso empezó a calentar al personal. En una controvertida decisión, Ronaldo, asesorado por Paulo André, su director del área de estrategia deportiva, decidió permanecer con el uruguayo en el banquillo y Fran Sánchez, director deportivo, en los despachos.

Pero la situación ya era tensa. Pezzolano, visto como la continuación de Ronaldo, ganó mucho peso en la entidad, “le dieron las llaves del club” afirman algunas personas del entorno blanquivioleta, al punto de que Sánchez fue despedido a 11 días de empezar la Liga, como lo sería meses después Baptista, entrenador del Promesas y amigo personal del presidente, por criticar los métodos del uruguayo respecto a la cantera. Los resultados, entonces, no acompañaban, el fútbol menos y el ambiente empezó a ser irrespirable.

Tampoco el entrenador puso mucho de su parte para enderezar la situación. Pese a que el club hacía constantes llamamientos a la unidad, incluso se avino a que hubiese una consulta sobre el escudo, el uruguayo ya estaba encendido. A cada crítica que recibía él o el equipo contestaba atacando a los aficionados o, incluso, a la prensa como hizo ayer en la rueda de prensa posterior al ascenso. Pocas veces tuvo empatía con lo que sentía la afición blanquivioleta pese a afirmar que “yo también me silbaría si estuviese en la grada” y muchas la criticó, llegando a decir que “hay personas que lo pasan mal en su vida y vienen a desahogarse contra mí”. Un pequeño incidente en un entrenamiento hace dos meses terminó con el técnico obviando a la afición y cerrando todos los entrenamientos durante las últimas ocho semanas haciendo más grande, si cabe, la zanja entre él y gran parte de la hinchada pucelana que en una decena de partidos, daba igual si perdía o ganaba, le cantaba: “Pezzolano dimisión”. Se convirtió en algo más que una cuestión futbolística, con uno de los peores juegos que se recuerdan en Zorrilla pese a tener una de las mejores plantillas de la categoría, llegaba a la inquina personal, al punto de que se volvió a cantar ante el Villarreal B e, incluso, una vez conseguido el ascenso.

El futuro

Ahora, con el Real Valladolid con el pasaporte de Primera, otra vez, cabe mirar al futuro. El uruguayo tiene renovación automática de su contrato por el ascenso, pero sus palabras tras el partido en el que el equipo subió dejan abierta la posibilidad de que salga del club blanquivioleta, dado que ha sido un año muy duro a nivel personal y profesional para él. Quien tiene asegurada su continuidad es Domingo Catoira. El director deportivo firmó dos años, pasara lo que pasara en este primero, y seguirá en el club... siempre que la propiedad, la que sea, así lo estime. Y en el asunto de la propiedad existe una gran nebulosa de confusión después de las palabras de Ronaldo Nazário tras el partido, cuando afirmó que “tengo tres ofertas importantes sobre la mesa y tengo que pensar qué hacer”.

Ronaldo Nazário, que cuando compró el Real Valladolid en 2018, afirmó que venía para “dejar un legado”, siempre cifró en cinco los años que estaría en el club. Después fue variando sus respuestas dependiendo de las circunstancias. Lo cierto es que el club está en venta y las ofertas llegan. A la conocida la semana pasada por parte de una constructora de Valladolid, Inexo, se suman, según dijo el brasileño, dos más, al menos. Lo cierto es que el crecimiento que ha tenido el club en cuanto a marca, modernización de la estructura y mejoras en el estadio se ve solapado por las obras de la ciudad deportiva, aún no se ha firmado el acuerdo para que el ayuntamiento ceda los terrenos, y, sobre todo, por los resultados deportivos, con dos descensos en tres años, remendados con dos inmediatos ascensos... pero que aleja el objetivo de dejar al club asentado en Primera.

Tras vender el Cruzeiro, sin comerlo ni beberlo, Ronaldo afirmó que “el Valladolid es el próximo”. Lo que la mayoría de las personas interpretaron como que lo vendería pronto, aunque en el club se valoró como un comentario jocoso del presidente. Lo cierto es que son innumerables las noticias que han hablado casi desde el segundo año al mando del club de la posibilidad de que el brasileño vendiera con ofertas que rondaban los 80 millones en Primera. Nunca cristalizaron y el propio Ronaldo las llegó a calificar de “fakenews”, pero lo cierto es que el club siempre ha estado en el mercado. Ahora, de su decisión de si vender o no y a quién, dependerá en gran parte el futuro del club y de sus trabajadores.

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