El Castellón fue la tormenta

El Castellón declaró el estado de alerta en Butarque. La tormenta fueron ellos. Un gol de Cipenga dio a los albinegros el triunfo frente a este Leganés que, lejos de mostrar músculo de candidato al ascenso como pretende su directiva, luce incógnitas que lo acercan más al pozo que al Olimpo. Por ahora, el infierno está sólo a un punto tras apenas cosechar un triunfo y cuatro empates en lo que se lleva de temporada. Hubo pitos. Muchos. Bagaje casi tan pobre como el juego y la defensa de un equipo que, con Duk a medio gas (se fue lesionado) no lució ni siquiera la virtud de las individualidades. Al Castellón no le hicieron falta para tejer una madeja de desesperación sobre el todavía irregular césped pepinero. Mimo del balón, orden y actitud hormigonada cuando tocaba fueron suficiente. Pablo Hernández suma su segunda victoria seguida y se encarama a los vagones de cabeza.

Ya es un clásico. Lo de los arranques intensos de este Leganés como potro desbocado son marca de la casa. Cosa de Paco López. Fútbol Jumanji. Una estampida que pretende presiones altas, desbordes intensos y mucho balón al área. Objetivo: avasallar. No siempre le sale. Porque esta vez el efecto fue menor. Como reabrir una botella de refresco tras varios días. Suspiro de gas. Apenas un bufido.

Demérito físico de un Lega agotado demasiado pronto y mérito de un Castellón que tejió un inteligente dique. Cuando arreciaban los locales, sacos terreros alrededor de Matthys. Cuando podía -que fueron muchas veces-, bola al suelo y a marear a un rival con sólo dos medios: Diawara y Melero. Otra vez un once kamikaze sin los habituales fuegos de artificio pepineros. A Duk se le acabó pronto la chispa, mezcla de la impotencia que le provoca arrancar de carrilero, lejísimos del área, y de un arbitraje nefasto que permitió el acoso físico al caboverdiano. Se marchó lesionado al descanso.

Al chup-chup de una posesión ágil el Castellón se cocinó el guiso del 0-1 en el que la sal la puso la deslavazada defensa pepinera, transparente en exceso. Perdida en el juego adelantado de su pizarra. Cipenga hizo el gol (31’) al que le siguieron un par de acercamientos de peligro albinegro. Y el Lega sólo supo contrarrestar a toque de corneta y testosterona. Mucho balón al área sin cabeza. Ni para rematarlas, ni para jugarlas. La nada.

Desorden con solución aplaudida. Más por el retorno que por la solución en sí. Franquesa fue recambio de Duk. No jugaba en Butarque desde noviembre de 2024, cuando se partió la rodilla. Defensa de cuatro y más orden fue la fórmula de un Leganés algo más disciplinado, pero igualmente vaporoso en la retaguardia. El control era suyo. El peligro, del rival. Chapapote de impotencia que fue dibujando una segunda parte espesa, con altas dosis de desesperación blanquiazul y pitos. Bastantes pitos en proporción inversa al juego local. Pobre, bastante pobre. Y sin capacidad de reacción en un segundo acto sobrero. Puro relleno de hastío.

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