El Almería no pierde la prudencia

La UD Almería parece haber encontrado la velocidad de crucero para cubrir todo el trayecto del campeonato. Ha sido tarde, es cierto, pero aprovechando la extensión de la Segunda División, el margen era un poquito mayor. En cualquier caso, la prudencia no parece ser mala estrategia para enfocar correctamente el actual momento dulce del equipo. El técnico, Rubi, lo está repitiendo en forma de mantra: “Lo digo con la boca pequeña”. Y lo está haciendo de forma recurrente cada vez que recibe una alabanza, una referencia acerca de la evolución positiva del equipo, una mejoría palpable o un puntual rendimiento destacado. Si algo está caracterizando la actual etapa del entrenador catalán, comparándola con la anterior en el club, es un mayor grado de sinceridad en sus manifestaciones, así como una prudencia reforzada por el poder que ha recibido desde la cúpula.

La victoria del viernes en Elche fue un triunfo monumental. Y lo fue por variopintos motivos. Principalmente, por la contundencia que ofreció el equipo tanto a nivel ofensivo como apuntalando el sistema defensivo; por la importancia del rival que sólo había perdido un partido como local, aumentado por el hecho de ser considerado uno de los rivales directos. También por el nivel de juego mostrado con un Lopy imperial, a pesar del desliz en la celebración de su primer gol como profesional en un club, lo que le llevó a ver una innecesaria amonestación. Todo ello sin olvidar que el Almería se está convirtiendo en todo un especialista en remontadas, asumiendo que recibir un gol en la primera acción ofensiva del equipo forma parte del guion semanal.

Al inventario de méritos que está atesorando el conjunto indálico habría que añadirle otro elemento, que no por habitual deja de ser extraordinario, y es el gol semanal de Luis Javier Suárez. El colombiano ya suma nueve anotaciones, de las cuales siete las ha logrado en los seis últimos partidos. Y, por si fuera poco, otra vez llegó el doblete de goles al marcador rojiblanco. Con el del viernes, la UD Almería ya acumula nueve partidos de Liga, más uno de Copa, en total diez encuentros consecutivos marcando los goles a pares.

Todo esto son únicamente números pero que reflejan una contundencia enorme, además de ser difíciles de alcanzar, de la misma manera que no son nada fáciles de mantener. El Almería ya va acercándose al lugar que le corresponde a nivel clasificatorio y, a día de hoy, la separación con la zona de promoción se sitúa en el rango numérico de un partido. Situación que, consecuentemente, ha abierto una brecha considerable de más de dos partidos con la delicada cola de la tabla, por donde ha transitado demasiado tiempo el equipo. Y todo ello pendiente de regularizar el calendario con el partido aplazado ante el Córdoba.

Y todo esto “con la boca pequeña”, porque demasiadas veces se ha quebrado el camino en el último año y medio, olvidando que la prudencia es la mejor compañera de viaje. El equipo ya había apuntado maneras en otras oportunidades y los puntos de inflexión habían sido tantos casi como deseos ha tenido la afición de volver a vivir los momentos más dulces que parecen haberse perdido en los rincones de la memoria.

Objetivamente, el Almería ofrece ahora una sensación mucho más sólida de la que mostró al comenzar la temporada, pero aún tiene reformas pendientes de resolver. Para ello, considera importante llegar vivo, clasificatoriamente hablando, al mes de enero y acometer los pequeños ajustes en la plantilla con calma y con cabeza. Si no fuera así, se actuaría con angustia y con prisas. La diferencia es que los fichajes que se van a hacer, que son los que ya se conocen de un central, un extremo izquierdo y un centrocampista, sin olvidar la opción de un punta, llegarían con la obligación y responsabilidad de ser los líderes para marcar un rumbo nuevo. Pero lo ideal es que la llegada de refuerzos sirva para ayudar a un bloque formado, que funciona, y que sólo requiere de algún retoque más que un cambio radical.

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