MÁLAGA

Cuatro años sin remontar un partido fuera de casa

El Málaga no levanta un marcador adverso lejos de La Rosaleda desde agosto de 2018 (1-2 en Lugo). En Oviedo sumó una nueva derrota y continúa penúltimo.

Málaga CF

El Málaga volvió a perder, esta vez en Oviedo, y se mantiene en puestos de descenso. La distancia con la zona de permanencia ha vuelto a aumentar hasta los cuatro puntos y la situación continúa siendo dramática en La Rosaleda. La derrota confirma, además, la fragilidad mental de un equipo con muchas carencias futbolísticas y una mandíbula de cristal.

Mantuvo el tipo durante el primer tiempo, en el que dispuso de alguna ocasión clara para adelantarse, pero al filo del descanso llegó el tanto asturiano y a partir de ahí, al equipo le costó un mundo volver a coger el timón del choque. Esta ausencia de personalidad y flaqueza psicológica no es un mal actual, viene de lejos. De hecho, hace más de cuatro años que el Málaga no es capaz de reponerse por completo cuando comienza perdiendo lejos de La Rosaleda.

La última remontada a domicilio del equipo blanquiazul data del 18 de agosto de 2018, cuando empezó perdiendo y acabó imponiéndose 1-2 al Lugo con goles de N’diaye y Juankar en la primera jornada de Liga. Era el primer partido tras el descenso a Segunda y Juan Ramón Muñiz ocupaba el banquillo.

Contando con los partidos disputados en La Rosaleda, el Málaga suma casi un año sin remontar un partido. Fue el 4 de noviembre de 2021 ante la Real Sociedad B (de 0-1 a 2-1). Y en total han sido seis las veces que los blanquiazules han volteado un marcador adverso en las más de cuatro temporadas que lleva el equipo en Segunda División, poco más de una remontada por curso.

La deriva del club y del equipo no es nada positiva. A pesar de la mejora considerable a nivel económico y en el límite salarial (entre los más altos de Segunda), el Málaga sigue estancado y cada vez son más continuos sus flirteos con un posible descenso a Primera RFEF. El proyecto, lejos de avanzar y crecer, está involucionando y las consecuencias pueden ser durísimas. De momento, el club lleva más de un cuarto de campeonato en el pozo y las sensaciones que transmite sobre el césped no auguran una reacción inmediata.

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