Que no, que es imposible

La de veces que he escuchado en los últimos días eso. ¿Eliminar a la Roma después del 2-0 de la ida? “Que va, es imposible”. “La Real Sociedad no le mete mano a un equipo italiano con dos goles a su favor”. “Imanol es mucho menos entrenador que Mourinho, que le va a dar otro repaso táctico como en el Olímpico”. Y así podría seguir con unos cuantos argumentos más destinados a minarme la moral y demostrar que contra la lógica no hay pelea posible, que no hay nada que hacer y que quizá sea mejor no presentarse este jueves para evitar que le echen de Europa con otro ridículo como el de años anteriores. Que no, que es imposible. La Real no va a eliminar a la Roma. No va a poder. Ellos tienen mejor equipo, mejor defensa, más eficacia, están más experimentados en este tipo de partidos, se posicionan mejor y son más perros y listos. En definitiva, los jugadores de la Roma son más altos, más fuertes y hasta más guapos que los de la Real. Punto en boca. Es imposible.

¿Y ya está? ¿En serio? ¿De verdad no le damos el más mínimo chance a una Real Sociedad que fue capaz de ganar en Old Trafford, que ha batido su récord histórico de victorias seguidas en Liga y que está en cuarta posición en el torneo doméstico por méritos propios? ¿Realmente pensáis que hasta aquí ha llegado esta historia? ¿Os vais a rendir sin luchar? ¿Esa es la Real que queréis? Una Real derrotada sin salir a jugar, sin amor propio y sin orgullo. ¿Os imagináis que aquella Real de Alberto Ormaetxea, en los albores de lo que luego sería el mítico equipo realista bicampeón de liga, hubiera pensado lo mismo antes del partido de vuelta en Atotxa contra el Inter de Milán después de perder en la ida en San Siro 3-0? Sencillamente, no se habría podido vivir el que muchos dicen fue el mejor partido en la historia del desaparecido campo del barrio de Egia. Aquella noche el gran Satrustegi levantó el puño hacia el cielo en su mítica celebración dos veces, y se le metió más que el miedo al súper equipo interista, con la base de la Italia que luego sería campeona del mundo en España 82. Al final, no se logró la deseada remontada, pero no fue por no intentarlo.

Lo fácil es decir que es imposible y mirar para otro lado. Pero no es imposible. Parece imposible. El matiz es importante. Pero eso ya lo sabemos todos. Lo que no sabemos es la capacidad de esta plantilla y esta afición para explorar 90 minutos (puede que 120) de locura futbolística como nunca hemos vivido en el Reale Arena. Ha llegado la hora de descubrir ese escenario desconocido de las grandes remontadas europeas. Porque sólo quien no lo intenta sale derrotado. Habrá que sufrir, sudar, desesperarse, correr, quizá sangrar, empujar, caerse y levantarse, fallar y acertar. Habrá que mejorar, por supuesto, lo que se ha hecho en el césped en los últimos partidos. Y habrá que gritar y cantar mucho desde la grada. Y quizá eso no sirve. Pero, ¿por qué no probar? ¿Por qué no intentarlo? Si total, todo está ya perdido. ¿Por qué no vivir una noche para la historia en Anoeta? Que no, que NO es imposible.

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