LEGANÉS

Qasmi, resiliencia para renovar

El delantero del Leganés, ejemplo de trabajo en la sombra para rendir en momentos clave. Sus dos goles (ambos en el añadido) han valido cuatro puntos vitales. Termina contrato.

EDUARDO CANDEL REVIEJODIARIO AS

Yacine Qasmi vive exiliado en la periferia del miedo, ese espacio que suele conformar en el fútbol los minutos de añadido y que, en función de quien los domine, suelen convertirse en nación del pánico o la euforia. No hay término medio del 90′ en adelante. Ahí, en esa frontera indómita en la que los corazones se encogen y las piernas pesan toneladas de angustia, es donde el delantero franco-marroquí del Leganés ha marcado sus dos únicos goles esta temporada, tantos que han significado victorias blanquiazules y que, sin su existencia, estarían ahora los pepineros nadando con el agua al cuello del descenso ahogando sus pulmones.

Calculadora en mano, sin esos cuatro puntos que cosecharon sus goles contra el Tenerife y ante el Huesca (este último, el pasado sábado) el Leganés estaría sólo cinco puntos por delante del Málaga y sería quinto por la cola. Esto es, sería el equipo que marcaría la salvación. Así que sí, sus tantos han sido oro esférico al que Qasmi da valor colectivo. “Digamos que el primer gol que marco Raba me lo da sobre un plato y el segundo ha sido sólo coger responsabilidad”, contaba el sábado en zona mixta restándose mérito. Como si poner epílogo al sainete del penalti pitado por Gorostegi Fernández fuera tarea sencilla. Rutinaria.

Un lanzamiento sin dudas

El colegiado señaló primero pena máxima, después, instruido por Prieto Iglesias, se fue a verlo al VAR y, tras cinco minutos de eterna y ruidosa revisión, mantuvo su decisión. La acción se señaló en el 86′ y acabó transformada en gol en el 92′ “Los jugadores del Huesca han tratado de meterse en mi cabeza. De provocar. Pero yo estaba confiado y mis compañeros estaban protegiéndome en el punto de penalti. El portero trató de hacer un juego conmigo. Me preguntaba que dónde la voy a chutar y le he dicho que la iba a tirar a la red”, contaba Qasmi sobre cómo Andrés Fernández trató de evitar su gol.

El arquero casi lo consiguió después de rozar la bola. “Dicen que da más rabia cuando la tocas, pero va a gol. Mejor así”, añadía con sonrisa de dulce venganza un Qasmi que, veterano en la guerra del fútbol, afirmó no haber cambiado la dirección del lanzamiento en ningún momento. “Sabía que lo iba a tirar ahí desde que me dijeron que jugaría. Desde entonces elegí que si tenía un penalti, lo tiraría cruzado igual”, añadía.

El rescate de Carlos Martínez

Su titularidad fue sorpresa en Butarque. Su último duelo de inicio fue ante el Burgos, en la sexta jornada, un lejano 19 de septiembre de 2022. Desde entonces (230 días han pasado, unos siete meses y medio…), Idiakez fue orillándolo hasta convertirlo en un futbolista que solo acumulaba polvo en el banquillo. Con el relevo de entrenador, Carlos Martínez le avisó en privado. Le dijo que le gustaba, que se pusiera las pilas porque tendría oportunidades. Y así lo ha demostrado. “Cuando el entrenador te da confianza, tratas de devolvérsela. Pero lo importante es respetar al compañero que juega. Si este equipo no se ha roto es porque hay buen vestuario”, avisaba.

A sus 32 años, este ex del Melilla, Elche o Rayo entre otros termina contrato en 2023. Su profesionalidad y actitud, aplaudida dentro del vestuario y en los despachos de Butarque, forman parte de un bien intangible que le podría hacer ampliar su unión con los pepineros. Después de construirse una casa en Madrid, a Qasmi le gustaría seguir en la capital y, por ahora, el Leganés es el único equipo madrileño que tiene al 99% garantizada su continuidad en Segunda.

“De momento me quedan tres partidos. Y ya está. Ya veremos el futuro. Lo primero es respetar la entidad, el club, darlo todo… y luego ya veremos”, decía regateando el asunto. Si por la afición fuera, Qasmi seguiría. El sábado abandonó Butarque convertido en héroe local y ovacionado por un público al que se ha ganado por carácter y goles, ésos que este curso ha marcado en la periferia del miedo.

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