Valverde: kilómetro cero

Fede Valverde (24 años) vuelve al punto de partida. El uruguayo, que comenzará su sexta temporada en la primera plantilla del Real Madrid, quiere echar borrón y cuenta nueva a lo acontecido durante la segunda parte de la pasada campaña, pero repetir su formidable inicio. Porque hubo dos Valverdes durante el curso 2022-23, en la que el uruguayo fue pieza clave hasta la llegada del Mundial a mitad de temporada y otro jugador tras la finalización del Campeonato del Mundo.

El uruguayo comenzó siendo Pajarito, pero con sus actuaciones pasó a ser Halcón. Sus arrancadas, su facilidad a la hora de superar líneas rivales, de pisar área rival y de marcar goles (en ese tramo de competición logró ocho tantos entre Liga y Champions, alguno de ellos impresionantes, como el logrado ante el Mallorca, en donde inició una brillante jugada individual desde su propio campo y soltar un zurdazo directo a la escuadra de la meta mallorquina) le hicieron ser titular indiscutible tanto en el centro del campo, donde es la pareja perfecta tanto para Modric, Kroos, Tchouameni… o bien escorado a la banda derecha, una posición en la que no luce tanto aunque fue un ciclón en ese puesto durante los primeros meses de competición: desde esa demarcación logró nueve de sus 12 goles en toda la campaña (el 75%).

Valverde sólo se ha perdido cinco de los 61 encuentros que ha disputado el Madrid a lo largo de toda la temporada. De esos cinco encuentros, en cuatro estuvo en el banquillo, no jugando por decisión de Carlo Ancelotti, mientras que sólo se ha perdido un encuentro por lesión: derrota ante el Red Bull Leipzig debido a una fuerte entrada que recibió del sevillista Papu Gómez en el triunfo blanco ante el Sevilla. El argentino le hizo una fuerte entrada que le impidió viajar a tierras germanas. Ahí se puede considerar el primer punto de inflexión de la temporada al charrúa. Desde entonces y hasta la llegada del Mundial, Valverde frenó sus ímpetus. Un freno al que le costó reengancharse tras el campeonato del mundo.

Sería a comienzos de año cuando su torrente de goles se secó. Un problema de índole familiar, que finalmente se ha resuelto favorablemente para los intereses familiares, fue la causa de ese bajón, más psíquico que físico. Ya no era el Halcón que había deslumbrado a comienzos. Él mismo era consciente de ello: “Hay baches, pero la clave es saber afrontar estas cosas para terminar siendo capitán, que es lo que quiero. A poco, mi rendimiento volverá a ser más bueno”.

Justo después llegó su formidable actuación en el Mundial de Clubes, donde marcó un tercio de los goles de los blancos en el torneo (tres de nueve)… antes del suceso del parking del Bernabéu para con Baena, un hecho que esta semana ha visto como era liberado al considerar la jueza ciertas incongruencias en la declaración del jugador del Villarreal. Tras ir recuperando sensaciones, Fede aumentó prestaciones, en este caso más como asistente que como goleador: apenas un gol en Liga (ante Osasuna), pero tres asistencias (a Rodrygo ante el Chelsea, por ejemplo) y participando en la construcción de jugadas que acabaron en goles para el Madrid.

Ahora, y ya más tranquilo y sereno con la llegada de su segundo hijo, Fede vuelve a aspirar a seguir creciendo. Quiere ser capitán blanco y no quiere escuchar nada de posibles salidas (este mismo año ya ha rechazado los cantos de sirena que le llegaban desde Londres para vestir los colores del Chelsea) y aspira a la nueva apuesta de Ancelotti: “Le dije a Valverde que si no marcaba más de 10 goles, rompía mi carnet de entrenador”. Marcó 12. Ahora aspira a superar esa cifra. Para eso arranca desde el kilómetro cero. Como el resto de sus compañeros.