Sergio, el rechazado del Real Madrid que hundió al Barça

Sergio González (Madrid, 32 años) es uno de esos héroes inesperados a los que el sacrificio de unos valores consolidados coloca, con el paso del tiempo, en el lugar que merece tanto sacrificio. En el caso de este central, capitán del Leganés, en la gloria de pepinera. Además, gloria repetida. Porque su currículum al sur de la capital es de una épica recurrente que lo ha llevado a protagonizar varios momentos históricos con el escudo del laurel. El último: hacerle al Barça el gol que tumbó a los catalanes en Montjuïc (0-1) en el segundo triunfo pepinero contra los azulgrana en toda su historia. Para él, para Sergio, la cúspide de una montaña que le ha costado recorrer, pero que ahora, en la cima de la gloria, le permite recoger los frutos de su sacrificio... sin visos a que quiera dejar de sumar éxitos.

Porque Sergio González es un futbolista atípico, de esos que ha necesitado una larga carrera de pelea en el barro para lograr focos de protagonismo en el Olimpo. Y eso que su trayectoria empezaba bien. Se formó inferiores del Atlético para luego dar el salto a las canteras de Getafe, Las Rozas y el Real Madrid.

Llegó al Juvenil A merengue, pero al finalizar la temporada, allá por 2011, le abrieron las puertas de salida. No tenía el nivel, decían. Así que Sergio, un chico de exquisita formación y apego a los estudios (tiene el título de ADE y un Máster de LaLiga, dice que le ha salvado su carrera futbolística eso de tener algo con lo que desconectar), cambió el glamour de Valdebebas por la batalla de jugar en Preferente.

Desde Preferente, goleador en todas las categorías

“Fue un momento duro, porque jugué de titular las tres temporadas con el Real Madrid. Cuando dejé aquello, empecé de cero, en Preferente. He ido subiendo de categoría con mucho esfuerzo”, comentaba en una reciente entrevista en ‘El Club del Deportista’ en la que dejaba ver sólo una parte de camino. Desde entonces, hace 13 años, su camino ha sido de una promoción constante y una tónica habitual: los ascensos.

Con todos sus equipos ha promocionado de categoría: subió de Preferente a Tercera, de Tercera a Segunda B, de Segunda B a Segunda y ahora, como capitán del Leganés, de Segunda a Primera. Y en cada una de esas categorías ha visto puerta en un rosario de goles que no siempre merecían el crédito que él buscaba. “Cuando llegaba el verano, en el mercado me decían lo mismo, que no tenía nivel para la categoría a la que acababa de llegar. Si subía de Tercera a Segunda B, me decían que era un jugador para Tercera. Y cuando subí a Segunda, me pasó lo mismo, que mi sitio era Segunda B”, repite constantemente en una sonata a la que él, Sergio, hacía oídos sordos.

La vida le cambió cuando conoció en el San Sebastián de los Reyes a Álvaro Zazo, ex del Leganés o el Rayo, entre otros, con el que compartió vestuario primero, y destino, después. Convertido en su agente, Zazo le ayudó a impulsar una carrera que ha tenido nueve clubes diferentes. A saber: Atlético, Getafe, Real Madrid, Las Rozas, Villaviciosa de Odón, Alcorcón B, Sanse, Recreativo, Mirandés y Leganés.

De salvador en Ponferrada, a héroe en Barcelona

A Butarque llegó como primer fichaje después del descenso de Primera a Segunda. Una incorporación llamativa, por cuanto Sergio se alejaba del perfil de futbolistas llamativos que suelen firmar los recién caídos de la élite. Txema Indias, director deportivo del Leganés, vio en él la materia prima de los jugadores que habían llevado al equipo a la gloria. Y aunque le costó coger galones (en el inicio de sus dos primeras temporadas no fue titular), acabó consolidándose en las defensas pepineras de los cuatro años transcurridos por el desierto de la categoría de plata hasta que la gloria encontró (de nuevo) su cabeza.

El 4 de abril de 2022, en Ponferrada, su único gol de aquella campaña a la salida de un córner (como en Montjuïc) le dio al Leganés la salvación virtual en la categoría el curso que más cerca olisquearon el azufre del descenso. Desde entonces, para Sergio todo ha sido un camino de gloria de la mano de un Borja Jiménez que le ha dado la importancia que se le da a las leyendas.

Bajo el mandato del abulense, el ‘6′ pepinero se hizo con la capitanía y se convirtió en un intocable. De hecho, cerró el curso pasado como el jugador de campo con más minutos disputados en Segunda. Sus seis goles, todos nacidos de jugadas a balón parado, mantuvieron al Leganés en cúspide durante la transición de 2023 a 2024 hasta completar la fotografía de un ascenso que, para Sergio, tiene dos fechas grabadas a fuego y las dos con su hija Sofía como protagonista.

Un talismán llamado Sofía

La primera, el 10 de noviembre de 2023, cuando, ante el Levante, apenas pitó el árbitro el final del partido, tuvo que salir corriendo del césped de Butarque al parking para llegar a tiempo al paritorio donde su mujer estaba dando a luz. El nacimiento se precipitó y le pilló jugando. Nadie le avisó durante el duelo, pero al descanso, Txema Indias le había preparado una escapatoria exprés para que llegara a tiempo. Entró luciendo todavía equipación al completo y botas a las que calzó las protecciones verdes típicas de los quirófanos.

“Los médicos me preguntaban de qué iba disfrazado. ¡Pero si acabo de jugar el partido!”, se carcajea un Sergio que decidió reservar esas mismas botas para la última jornada del curso. Aunque una fecha antes se pudo ascender en Ponferrada, Sergio tenía el “presentimiento” de que sería contra el Elche. Se cumplió el pronóstico y Sergio jugó de nuevo con aquellas botas rosas con las que vio nacer a su pequeña, las que le trajeron de nuevo suerte para ascender a Primera como campeón de Liga, con su foto alzando el título de la categoría. Ahora, en lo más alto, sigue siendo indiscutible y, además, histórico. Su gol al Barça forma ya parte de la leyenda pepinera, esa que Sergio se niega a cerrar.

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