Mohammad Al Emara, el árbitro que sacó tarjeta roja al racismo, pitará en Vallecas

Cuando Mohammad Al Emara (Rafha, Arabia Saudí, 1992) escuchó insultos racistas desde la grada, durante el partido entre el Haka y el KTP de la primera división finlandesa, decidió pararlo durante diez minutos. Aquel gesto, en 2018, no fue más que la punta del iceberg. El joven árbitro se ha convertido en toda una figura de la lucha contra el racismo a nivel mundial y este jueves será el encargado de pitar el Rayo-Shkëndija de Conference.

El colegiado finlandés ya había dirigido dos encuentros de la fase de clasificación (Nordsjælland-Spartak Trnava y Čukarički-Ferencváros), por lo que este será su tercero en dicha competición y el primero con un equipo español profesional. Antes, lo había hecho con equipos de la Youth League. No obstante, a pesar de su juventud, tiene un currículum prometedor. Ha sido elegido árbitro del año de la Veikkausliiga en seis temporadas consecutivas (2018-2023), gracias a la votación de los jugadores del campeonato.

Si hay una palabra que le define es justicia. Mohammad Al Emara nació en un campo de refugiados, donde se encontraban sus padres, que se vieron obligados a huir del sur de Irak en 1991. Pronto, en 1994, la familia se mudó a Finlandia y ahí empezó a jugar al fútbol. Algo que prorrogó hasta 2011. Apenas un año después (2012) dio el salto al arbitraje y su ascenso ha sido meteórico. Desde 2021 es internacional. “Como jugador me harté del racismo en el campo y como árbitro logré cambios en Finlandia. El racismo no tiene cabida en el fútbol ni en ningún otro lugar”, afirmó.

El colegiado, que es también intérprete de profesión, ve el fútbol como una potente herramienta para construir una sociedad mejor. “A mí me salvó de niño, cuando tuve que luchar contra el racismo y el bullying”, ha admitido en más de una ocasión. Mohammad Al Emara es muy activo en redes sociales y las usa como altavoz de su defensa de la igualdad y la inclusión, labor que le valió el premio de salud mental Mieli ry en 2023.

En una extensa entrevista con Amnistía Internacional declaró: “La labor del árbitro es garantizar la seguridad de los jugadores. No intervenir no conduce a un ejemplo del que enorgullecerse. Juntos debemos enviar el mensaje de que el racismo no será tolerado”. Precisamente, combatir esa lacra es algo que caracteriza a la afición rayista, que tiene en el legendario guardameta Wilfred a su máximo icono. Sin duda, ese es el partido más importante como sociedad.

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