BARCELONA

El picante del Dream Team

Un 3 de mayo de 1990 se cerraba en Sofía el fichaje de Hristo Stoichkov por el Barça, la pieza clave que acabó de encajar en uno de los mejores Barça de la historia.

GUSTAU NACARINOREUTERS

El Dream Team en el que se convirtió el Barça entrenado por Johan Cruyff en la década de los 90 no se hizo de la noche a la mañana. El técnico holandés que cambió la historia azulgrana llegó a ser cuestionado en su primera temporada, en la que levantar la Recopa de 1988 le dio cierta estabilidad. Se trataba del primer año de un proyecto que acabó siendo admirado por el fútbol mundial, pero que también se construyó a base de fichajes. Y, desde aquel título europeo, el club se quedó prendado de un jugador al que se había enfrentado. En semifinales, el Barça eliminó (4-2 y 2-1) a un CSKA de Sofía en el que los tres goles en la eliminatoria los anotó un búlgaro melenudo de velocidad endiablada y violento golpeo con la zurda, Hristo Stoichkov.

Su fichaje no se pudo acometer hasta la primavera de 1990. Pero Hristo estaba decidido en ir a Barcelona y hasta firmó un precontrato. “Quise quedarme un año más en Bulgaria, me serviría para aprender. Hay que recordar que el CSKA era un equipo militar, donde primaba la disciplina, con grandes jugadores: Ivanov, Penev, Kostadinov…”, recuerda el búlgaro en un artículo en la web oficial del Barça. Un 3 de mayo de aquel año, en Sofía, se cerraba la incorporación por una cantidad cercana a los 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros), con el beneplácito de un Cruyff que pronto vio en él un proyecto de superestrella. “Recién aterrizado en Barcelona, recuerdo que me dijo: “Escúchame, trabajaré contigo hasta que ganes el Balón de Oro”, cuenta el búlgaro.

“Yo por aquel entonces era prácticamente un chico desconocido, y que Cruyff me dijera aquello me motivó muchísimo”, recuerda. Y es que, en un fútbol mucho menos globalizado, pocos habían visto a la emergente estrella búlgara, salvo por aquella eliminatoria y porque su nombre apareció para empatar a goles por la Bota de Oro con Hugo Sánchez, entonces en el Real Madrid. El debut de Stoichkov en Liga no pudo definir mejor el símbolo que llegaría a ser. Fue el autor del 0-1 en Sarriá en el derbi ante el Espanyol. Aunque reconoce que los conceptos de aquel fútbol de Cruyff le costó asimilarlos, una vez que lo hizo sería imparable en aquel esquema en el que los pases largos de Koeman o los de fantasía de Laudrup lanzaban al veloz extremo.

Stoichkov y Urizar Azpitarte.DIARIO ASDiarioAS

Sancionado de por vida, un pisotón sonado...

Sólo había un detalle por pulir: su carácter. De hecho, arrastraba una enorme polémica en su país (entonces un régimen comunista) debido a un enfrentamiento brutal en la Copa búlgara de 1985 entre su CSKA y el Levski. La tangana en los vestuarios, tras un encuentro repleto de polémicas y entradas durísimas, tuvo que ser disuelta por la policía. Tal fue el escándalo que los clubes fueron obligados a cambiar de nombre (no los recuperarían hasta la caída del Muro de Berlín) y Stoichkov (junto a un buen número de jugadores) sancionados de por vida, aunque luego serían perdonados.

Sin embargo, ese carácter fuerte volvió a salir en su primer Clásico, la ida de la Supercopa. El Barça cayó por 1-0 en un duelo en el que Stoichkov acabó expulsado. Vio la roja y, a continuación, le pegó un pisotón al árbitro, Urizar Azpitarte. La imagen abrió los telediarios y le acarreó varios meses de suspensión. Con los años, el exjugador pidió perdón e incluso entabló una gran amistad con el colegiado. “Cruyff y Rexach hablaron conmigo para relajarme. Era joven y siempre he sido una persona con mucho carácter, y también hay que trabajarlo”, reflexionó luego.

Esa imagen de jugador problemático le acompañó siempre. Sufrió diez expulsiones en las cinco temporadas de su primera etapa blaugrana, pero aquella etiqueta quedó difuminada por su enorme calidad. La sanción por el incidente en el Bernabéu no le impidió ser el máximo goleador del equipo (22 tantos) en aquella temporada, en la que el Barça conquistó la Liga para romper el dominio del Madrid de la Quinta del Buitre. La siguiente, en la que fue clave en la primera Copa de Europa del club, repitió esos 22 goles y levantó además Copa y Liga. En su tercer año, 23 tantos, tercera Liga y Supercopa de España y de Europa. Y en la cuarta temporada, 24 goles, cuarta Liga... y Mundial.

Stoichkov, en una foto reciente con el Balón de Oro.Getty Images

La banda de Stoichkov

El año 1994 encumbró a Stoichkov como el mejor jugador del mundo. Levantó el ansiado Balón de Oro que Cruyff le había prometido tras llevar a Bulgaria a una nueva dimensión. En el Mundial de EE UU, aquella selección que escandalizó al fútbol con imágenes de jugadores fumando y bebiendo en la concentración, asombró por su enorme talento. Argentina y Alemania sucumbieron ante una generación inolvidable (Kostadinov, Letchkov, Balakov...), que sólo cedió ante Italia en semifinales. Stoichkov era el líder de aquel equipo: acabó con seis goles y todo el planeta fútbol rendido a sus pies.

Sin embargo, aquello fue el principio del fin. Tanto del Dream Team como de la etapa de Stoichkov en el Barça. Tras perder su dominio en la Liga, el búlgaro fichó por el Parma en lo que luego calificó como “el gran error de su carrera”. Regresó al año siguiente, pero ya nada era lo mismo. Bobby Robson era el entrenador, las referencias eran nuevos jugadores como Ronado o Figo y su peso fue menor, pero eso no impidió que ayudara a conquistar aquel año Copa, Recopa y Supercopa. A sus 31 años, Hristo Stoichkov puso fin a su etapa azulgrana (terminó jugando en Arabia, Japón y EE UU) y llegó a ser técnico de Bulgaria o Celta, aunque siempre ha estado muy presente en el entorno del club y nunca se ha cortado en dar su opinión de peso como leyenda azulgrana. Él fue el picante del Dream Team.

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