El incendio infinito

Es el lado irreconciliable de la historia. La tormenta de nunca acabar. Courtois-Metropolitano, vol. VII. Otro capítulo en un libro digno de titularse ‘la guerra de dos mundos’. Al rojo vivo, irreconciliables. Es otro episodio de una relación condenada al conflicto perpetuo; principalmente porque viene a ser el ejemplo de que, al contrario que el refranero, dos discuten si los dos quieren. Y en este caso, lo hacen. La de esta tarde será la séptima visita de Thibaut al Metropolitano con la camiseta del Real Madrid. Siempre fue de todo, menos tranquilo. Y siempre lo será.

Aunque la estadística rema a su favor: Courtois sólo ha perdido una vez en el Metropolitano con el Real Madrid. Una, en siete visitas. Y con un matiz: fue una derrota que acabó con clasificación en penaltis. La de esta tarde será su séptima vez en la guarida rojiblanca como eterno rival. Octava, si se cuenta la que vivió estando en el Chelsea. Aquella fue la única tranquila. Fase de grupos de la Champions 2017-18, como blue. Fue recibido con aplausos, cánticos y hasta se fotografió con su placa en el Paseo de los Jugadores Centenarios. Era otra historia.

Kryptonita rojiblanca

Pero entonces... el Real Madrid. El terremoto, el tsunami. El incendio infinito. Ha disputado cinco de los siete derbis ligueros desde que llegó al Real Madrid: 1-3 (2018-19), 0-0 (2019-20), 1-1 (2020-21), 1-2 (2022-23) y 1-1 (2024-25, esta temporada). Entre medias, se ausentó del de la 2021-22 (el Madrid había ganado la 35ª Liga la jornada anterior, así que Ancelotti se lo dejó a Lunin), del de la 2023-24 (estaba en la enfermería por la rotura de su cruzado) y del choque de Copa en esa misma temporada. Casualmente, en los tres que faltó... el Madrid perdió: 1-0, 3-1 y 4-2. Hasta la última visita en Champions, estaba invicto en el Metropolitano. Fue su única derrota. Y de aquella manera; maquillada con aquellos penaltis.

Derbis en el Metropolitano desde 2018

¿Qué pasó?

De todo. Courtois era un ídolo. Una figura queridísima en el Atlético de Madrid. Llegó con 19 años, el verano de 2013 y creció a orillas del Manzanares. Todos recuerdan la celebración de la Copa del Rey ganada en el Bernabéu y su “salta, salta, salta pequeño canguro y a los madridistas que les den por el c...”, en el balcón del Ayuntamiento. Poco importó que hiciese las maletas rumbo al Chelsea. Se entendió como una nueva aventura, un salto comprensible en su carrera. No hubo rencor, tampoco rencillas.

Y entonces, llegó el verano de 2018. Courtois fichó por el Real Madrid. Por el maldito vecino. Por el eterno enemigo. Entonces, pasó de ídolo a persona non grata. Estalló el conflicto. En su primera visita, aquel 2019, su placa fue recibida con basura, pintadas y hasta muñecos de ratas. Una temperatura que iría a más: en el partido, esos muñecos se le lanzaron de manera masiva. Hubo insultos y pancartas: ‘Thibu, rata’. “Entiendo que verme jugar con el rival puede doler, pero en algunos momentos se pasaron”, dijo Courtois en su documental.

Más leña

El problema es que él, puso de su parte por que el conflicto escalara. El 27 de mayo, en la previa de la final de Champions, esbozó aquel “ahora estoy en el lado bueno de la historia”. Un balazo directo a los corazones rojiblancos. Más leña al fuego. Tres días después, arrancaron su placa del Paseo de los Jugadores Centenarios. Y más. La Comisión Social del Atlético (una organización formada por la Unión de Peñas, senadores, Grada Joven...) llegó a pedir al club la retirada de su placa por haber contravenido los valores del club y haber vilipendiado el nombre del Atlético con gestos y palabras.

Y más fuego

De aquí, llegamos al último derbi liguero en el Metropolitano. La jornada 8 de la pasada Liga. Thibaut tuvo que escuchar cánticos de “muérete”, a los que respondió celebrando con rabia, mirando hacia el fondo del Frente Atlético... cuando Militao hizo el 0-1. Una reacción con respuesta: se le lanzaron varios mecheros, no llegando ninguno a impactar. El partido tuvo que ser detenido y supuso un capítulo aparte: la imagen de ultras con pasamontañas agitó el debate sobre cuándo puede intervenir la Policía en un estadio de fútbol. Y generó un sonrojo colectivo. Una imagen de nuestra Liga para olvidar.

“Tenemos que ayudar todos. La gente que ha tirado esos mecheros, como pasaba en el Bernabéu cuando Courtois era jugador nuestro y recibió un mecherazo en la cabeza, no está bien. Pero posiblemente tampoco ayudamos nosotros, los protagonistas, cuando subestimamos a la gente, cargamos, provocamos y la gente se enoja”, dijo Simeone sobre lo sucedido. Poniendo la actitud de Courtois en la diana. “Respeto su opinión, pero no la comparto; tenemos otra idea de lo que es una provocación”, respondió Thibaut.

Vol. VII

Y llegamos a hoy. La séptima visita de Courtois al Metropolitano como jugador del Real Madrid. El balance es favorable: dos victorias, tres empates y sólo una derrota (que acabó en clasificación por penaltis). Pero lo deportivo es secundario, cuando se habla de esta colisión. De una relación −llamarla así ya es ser muy optimista− que ha tenido desde un lanzamiento de ratas, hasta gritos de “muérete”, aquellos pasamontañas y aquel “lado bueno de la historia”. Hoy, séptimo capítulo. Nunca fue tranquilo, nunca lo será. Bienvenidos al incendio infinito.

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