REAL VALLADOLID

El central con alma de delantero

Jawad El Yamiq marcó en La Cerámica su tercer gol con la camiseta del Real Valladolid, primero en jugada dinámica y en Primera División.

ANGEL SANCHEZDiarioAS

Hay ocasiones en las que la retina guarda goles que jamás se producen, aunque las jugadas que las acarician merecen proferir grito sagrado. La memoria de los aficionados del Real Valladolid guarda unos cuantos en el presente siglo; alguno, de algún rival, como aquella ruleta de Zinedine Zidane frente al fondo sur que acabó perdiéndose, y otros, propios, como la rabona imposible de Jose Capdevila frente al Poli Ejido, que cogió por sorpresa al portero rival pero no pudo celebrarse en ‘la portería de los goles’.

Aunque con otra camiseta, la de Marruecos, Jawad El Yamiq protagonizaba el mejor ‘no gol’ de la historia reciente: aquella chilena que habría podido marcar la historia en el Mundial frente a Francia. Esa ya no se olvide, por la altura a la que cogió el balón y lo proyectó hacia la portería, aunque no entrara. Seguramente tampoco será fácil que se pierda entre los recuerdos su primer tanto en Primera División: la carrera ‘maradoniana’ que se pegó en La Cerámica, donde hizo el que seguramente sea el gol de la temporada en clave blanquivioleta.

Cuando se anticipó en ese balón ante Chukwueze lo vio claro: salió por el lado izquierdo raudo y veloz, sabedor de que le esperaba la gloria. Monchu combinó con Amallah al primer toque y su gran amigo se la dio larga al espacio, a la altura del centro del campo. El Yamiq corrió, corrió mucho, hasta plantarse en el área; bien es verdad, sin oposición hasta el preciso instante en el que entró en ella. Ahí se la acomodó dos veces de exterior, para limpiarse la marca de Pau Torres, al que enloqueció, antes de definir duro ante Reina.

Ese gol se convirtió en el tercer que hace como blanquivioleta, primero en jugada dinámica, pues en Segunda División hizo dos a balón parado. Pudo no ser el último de la tarde, puesto que estuvo cerca de coronar una exhibición a la altura de muy pocos centrales en el mundo con otro tanto, este ya en el minuto 98, con otra proyección en ataque de su larga zancada. Aguado contemporizó en un amago de transitar, ya que no tenía a nadie próximo. El Yamiq gritó, como diciendo “ya voy”, y corrió por la misma banda que en la primera parte, de nuevo sin una marca próxima. Cuando el galope se acercó a la zona de finalización, tiró una pisadita de fútbol sala para engañar a Reina, que no se la compró; achicó espacios e interpuso su cuerpo de tal modo que evitó que las pombas explotaran haciendo historia.

A decir verdad, lo visto no fue nuevo del todo; sí el modo en el que concluyeron las dos jugadas, con sendas acciones técnicas de gran nivel, no así el hecho de que se sumara al ataque, puesto que sus expediciones han sido notorias desde su llegada al Real Valladolid. Algo que a veces se convirtió en padecimiento también, para qué mentir, pues no siempre sus arrebatos fueron equilibrados por compañeros, lo vivieron Sergio González y, más recientemente, Pacheta, quien llegó a definirlo como “un jugador con mucho gol”; tanto es así que, en entrenamientos y situaciones de necesidad como ante el Rayo Vallecano, llegó a utilizarlo de ‘nueve’ para referenciar.

“El Yamiq es probablemente el mejor jugador en el juego aéreo que tenemos. Es rápido, es duro y fuerte y puede ganarte el juego aéreo. Es un jugador que tiene gol en los entrenamientos y que remata bien”, explicó el ya exentrenador del Real Valladolid en la rueda de prensa posterior a la derrota ante los vallecanos. Sin embargo, lo de La Cerámica fue otra cosa; fue el éxtasis de un defensa con alma de delantero, capaz de remates y acciones que, después de aquel casi gol en el Mundial, parecían imposibles. Después de lo de Villarreal, solo parecen improbables.

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