Cabrera, un grito de alarma
El central y capitán del Espanyol aparece en la fotografía de los goles recibidos esta temporada, con una incidencia directa en media docena de ellos y un error grosero ante el Sevilla.
A jerarquía es difícil ganarle, y por ello se ha ganado portar el brazalete de un Espanyol al que llegó hace dos años y medio y donde ya ha sobrepasado el centenar de partidos oficiales. Era justo el día en que se le premiaba por esa efeméride, con una camiseta conmemorativa, cuando apenas tardó Leandro Cabrera 44 segundos de partido en aparecer en la fotografía de un gol del Sevilla. Era el inicio de una tarde para olvidar, en un inicio de curso que no está resultando plácido ni para el equipo ni para el central.
Lastrado por la debilidad de todo el entramado defensivo, que corresponde al conjunto en completo, está presente Cabrera en la mayoría de los diez goles recibidos en cinco jornadas por el Espanyol de Diego Martínez. Y sería hasta cierto punto lógico, puesto que es titular indiscutible, pero es que su incidencia es directa en media docena de ellos. Con un agravante: los errores se producen dentro del área, el terreno del que venía siendo especialista, prácticamente un mariscal según datos, sin ir más lejos, de la pasada temporada. Seguramente no es casual, en una escuadra que juega más avanzada, donde debe recular más, lo que incrementa el margen de error.
Contra el Sevilla, además de ese tempranero primer tanto, en que al tratar de evitar un fuera de banda en la medular llega apresurado a la carrera en diagonal con Erik Lamela, protagonizó sobre todo la acción del 0-3, con un incomprensible regalo a José Ángel Carmona en boca de gol cuando tenía la situación dominada para despejar el esférico.
Y, si bien venía de terminar imbatido en San Mamés, ante el Real Madrid no solo vivió la agria anécdota de recibir un gol de Karim Benzema como portero –tuvo que ocupar la meta tras la expulsión de Benjamin Lecomte–, sino que previamente, en el 1-2 anotado también por el francés, vio cómo le ganaba fácilmente la espalda en el segundo palo, a centro de Rodrigo Goes.
Algo muy similar le había ocurrido en la primera jornada, en Balaídos, en el provisional 0-2 para el Celta, cuando no acaba de medir bien el salto y la distancia con Gonçalo Paciencia, quien acaba cabeceando a gol. Más exonerado queda, relativamente, en el primer tanto del partido, también en el segundo palo, ya que Iago Aspas se saca de la manga un disparo casi imposible.
Y contra el Rayo Vallecano, si bien en el 0-1 de Isi Palazón va a cubrirlo con oficio a la frontal y poco más puede hacer, en el segundo y definitivo tanto va al primer palo a evitar la asistencia y propicia en parte que en el poste largo remate a placer Phaté Ciss.
Es evidente que no pasa Cabrera por su mejor momento, y tan visible resulta que la afición del RCDE Stadium incluso le dedicó aplausos cada vez que tocaba el balón al inicio del segundo tiempo, el sábado ante el Sevilla, para intentar recuperarlo anímicamente tras su error grosero en el tercer gol nervionense.
Es el uruguayo un futbolista querido, una pieza clave antes con Vicente Moreno y ahora con Diego Martínez, y crucial para el destino del Espanyol será que recobre su versión más óptima. Quizá con una defensa de tres centrales. Difícilmente jugando con un bloque permanentemente más bajo. Tal vez simplemente con más rodaje. Anoeta será la próxima estación.