Blind se confiesa: “Casi sufro otro paro cardíaco”

“Me mide el ritmo cardíaco. Si sube demasiado, me llevo un shock”. La afirmación corresponde a Daley Blind, uno de los iconos del líder de LaLiga EA Sports. Un Girona que solo se ha dejado por el camino el empate inaugural ante la Real Sociedad, que colecciona elogios por su vistosa y atractiva propuesta que mezcla el incipiente talento de los Dovbyk, Savinho, Tsygankov, Arnau Martínez o Miguel Gutiérrez con la reutilidad y la determinación de los Portu, Stuani, Eric o Aleix García y que recibe al Real Madrid el próximo sábado, 30 de septiembre.

El multidisciplinar jugador neerlandés, habitual tanto en el centro del campo como la defensa y el lateral izquierdo, forma parte del segundo grupo. A sus 33 años, Blind vive en Girona, afincado junto a su familia en un lugar idílico de la Costa Brava, su segunda juventud...o tercera, si se tiene en cuenta que la vida le dio una segunda oportunidad. E incluso estuvo a punto de otorgarle una tercera. El motivo: un paro cardíaco durante un partido de Champions League disputado ante el Valencia, en 2019.

“Mi corazón se recuperó por sí solo. Cuando sucedió, me sentí mareado, como cuando te levantas demasiado rápido, pero después de unos minutos me sentí bien otra vez y continué el partido. Después, el médico tuvo dudas y me envió al hospital. Me mostraron que había tenido un paro cardíaco. No podía creerlo. No creí a los médicos. Sin embargo, le dije a mi esposa y a mi familia que si existiera la posibilidad de volver al fútbol, lo intentaría”, comienza explicando a The Athletic. Como así fue. “Estaba en un túnel mental para volver a jugar y me dieron luz verde. Dos meses después, estaba jugando de nuevo”, afirma. Sin embargo, nada iba a ser igual.

“Es increíble si lo pienso ahora, pero no hubo problemas hasta la pretemporada de la próxima temporada (agosto de 2020), cuando volvió a pasar. Recibí una descarga eléctrica durante el partido porque llevaba un ICD (desfibrilador cardioversor implantable). Empecé a asustarme un poco”, revela sobre el desplome que sufrió en un amistoso ante el Hertha Berlin, que volvió a revivir viejos fantasmas.

“Me hicieron muchas pruebas. Al principio tenía un poco de miedo de esforzarme, pero lo hice. Después de unos meses, las preocupaciones se disiparon y ahora ni siquiera pienso en ello. Algo de mí se preguntaba qué iba a hacer. Pero cuando tenía la opción de volver a ponerme las botas, siempre me las ponía. Tuve muchas conversaciones con un coach mental, con mi equipo médico y mi esposa. Me dijeron que no debía tener miedo y que no me enviarían de regreso si no estaban convencidos”, confesó.

Su dolencia no le impidió rebasar la frontera de los 500 partidos disputados durante una efímera cesión de seis meses en Múnich, donde buscaba la Champions League, el único trofeo que le falta para equiparar el palmarés de su padre, Danny Blind. Ni fue importante ni logró la Orejona. De hecho, en el Girona ya ha jugado más (siete, por cinco partidos), por lo que trató de “aprender de ellos en lugar de quejarme porque no estaba jugando”.

Míchel, clave para su llegada a Girona

Como los muniqueses le cerraron la puerta de su continuidad, el Girona volvió a tocar a la del neerlandés. No era la primera vez, como confesó Blind: “El Girona me quería antes de irme al Bayern. Tuve dificultades con el Ajax en ese momento, así que me fui al Bayern. Antes de eso estaban el Girona, el Amberes (de Bélgica ) y algunos otros clubes interesados. No es uno de los clubes más grandes del mundo (su asistencia media en casa la temporada pasada fue de poco más de 11.500), pero fueron persuasivos, querían crecer y me emocioné cuando hablé con el entrenador sobre el estilo de fútbol y el club. No me arrepiento hasta ahora y el buen comienzo me ha ayudado”.