ATHLETIC

Athletic: el club de los contratos largos

Uriarte ha atado a Simón (2029), Vivian (2032), Prados (2031), Sancet (2032), Paredes (2029), Unai Gómez (2028) y Guruzeta (2028) y fichado a Djaló (2029) y Gorosabel (2028).

La reciente renovación del prometedor Beñat Prados por seis temporadas más hasta junio de 2031 refrenda la tendencia de la actual directiva presidida por Jon Uriarte, muy activa en los despachos los últimos meses, de atar con contratos de larga duración a los activos que consideran estratégicos para el futuro del Athletic.

La prórroga de la vinculación de Prados, tentado por clubes de Champions en estos dos últimos meses de renovaciones, se unen a las ya selladas con los internacionales Oihan Sancet (muy trabajada hasta 2032), Unai Simón, hasta 2029, y Dani Vivian también hasta 2032, más las anteriores rubricadas con Paredes (2029), Unai Gómez (2028) y Guruzeta (2028). Siete indiscutibles pilares sobre los que cimentar a este Athletic de Europa League fidelizando como botón a las camadas que empujan desde las categorías inferiores. La peculiar filosofía de este club, que sólo se puede abastecer de un círculo muy cercano, exige mecanismos también singulares.

A estos nombres, todos ellos en edades de funcionalidad deportiva acreditada, habría que sumar, aunque en menor medida de longevidad, al otro portero, Julen Agirrezabala, más la joya de la corona, Nico Williams, ahora más de moda que nunca por el escaparate que supone la Eurocopa añadido a su colosal potencial, y los jóvenes Mikel Jauregizar y Adu Ares, todos ellos con contrato hasta 2027. A este club se une Álex Berenguer, que va a renovar por tres campañas más. Por si fuera poco, la dirección deportiva pivotada por Mikel González, ha fichado a Álvaro Djaló desde el Sporting de Braga, hasta 2009, previo abono de 15 millones, y a Andoni Gorosabel, gratis desde el Alavés, hasta 2028.

Unos nuevos contratos suscritos por la cúpula del club en virtud de una estructura salarial fija y un componente variable por objetivos, según suelen recalcar, y guardando en secreto la cuantía de las cláusulas de rescisión que, en algunos casos se firman, y en otros ni siquiera es necesaria y se deja desierta.

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