Poussin regresa redimido a Gijón

Gaëtan Poussin está protagonizando un caso extraordinario en la historia de la portería del Real Zaragoza, el paso absolutamente inesperado de gran villano, de responsable y culpable de todos los males, a héroe vitoreado. O lo que es lo mismo, de cuarto guardameta a titular, o de estar con pie y medio fuera del club aragonés en dos mercados consecutivos a ganarse el reconocimiento y el aplauso de la exigente afición de La Romareda.

El fútbol acostumbra a dar segundas oportunidades, pero casi nunca en el mismo sitio, en el mismo club, una máxima que ha roto Poussin en el Zaragoza, plaza siempre complicadísima para un portero, al espantar los fantasmas del pasado con grandes intervenciones, incluso parando hasta dos penaltis en Burgos, levantando una losa de muchos miles de kilos y demostrando una fortaleza mental y una fe en sus posibilidades que han llamado poderosamente la atención.

Vaya por delante que al primero que se ganó el francés fue a Víctor Fernández en los entrenamientos de pretemporada, cuando la salida de Poussin del Zaragoza se daba por descontada e, incluso, él mismo había hecho la mudanza de su domicilio. “Lo difícil era defender a Poussin en verano. Pero me sorprendió desde el principio que tuviera mucho respaldo del grupo, y eso sólo puede ser porque es un buen tipo y porque es un buen profesional. Ya dije entonces honestamente lo que veía. Poussin se ha reseteado y está muy arropado. No se ha rendido. Y ahora yo no tengo nada que decir, porque se defiende con su rendimiento en el campo. Si viera que no me ayuda a ganar, no lo pondría”, señaló hace quince días el técnico del Zaragoza.

Todo esto sobre la redención de Poussin viene ahora a cuento, porque hace casi un año, el 14 de octubre de 2023, a Poussin se le hizo literalmente de noche en El Molinón, cuando en la última acción de un larguísimo descuento le arruinó un partidazo al Real Zaragoza con un fallo estrepitoso, inexplicable. El meta francés, que había cuajado una notabilísima actuación, se equivocó de medio a medio al sacar de portería: dejó la pelota en el césped para sacar en largo, pero, agazapado tras él, se había quedado Pablo Insua; el sportinguista se hizo rápidamente con el balón y marcó a placer, empatando un partido en el que el Zaragoza se había cargado ampliamente de méritos.

Ese error grueso en Gijón se sumaba a otro, no tan escandaloso, pero sí grave, de una semana antes en La Romareda frente al Alcorcón, en una mala inteligencia con Marc Aguado que acabó por sellar el triunfo alfarero (0-2).

En la duodécima jornada, el 21 de octubre, también se acusó a Poussin de haber podido hacer más en el misil de Aketxe, en un golpe franco directo, a tres minutos del final y que sirvió para que el Éibar le diera la vuelta en La Romareda a dos goles de ventaja del Zaragoza. Así se acabó para Escribá el crédito del guardameta galo en la Liga y, en una decisión que se reveló como peor el remedio que la enfermedad, y ante la lesión de Cristian Álvarez, el entrenador se decantó por Rebollo, al que tuvo que suplir de urgencia en enero Édgar Badía.

En el pasado curso, todavía disputaría un último partido Gaëtan Poussin, el 14 de noviembre, pero fue en la Copa, en Onteniente, en el bochornoso ridículo frente al Atzeneta, de Tercera Federación. En otra tarde fatal, el ex meta del Girondins cometió otro par de errores tremendos, especialmente el que costó la eliminación y ya quedó absolutamente marcado y sentenciado.

Sin embargo, el fútbol le brindó la oportunidad de redimirse en la primera jornada de este campeonato, cuando la lesión de Femenías, fichado para ser el titular, le abrió la puerta a su revancha.

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