REAL SOCIEDAD

Oficio y pragmatismo: claves del triunfo en Vigo

La Real Sociedad ganó en Balaídos contra el Celta gracias a los goles de Illarramendi y Zubeldia, en un partido más práctico que brillante. Es el análisis que hacen de la victoria contra el Celta

Lalo R. VillarDiarioAS

La Real Sociedad alargó en Balaídos su permanente estado de felicidad con la séptima victoria consecutiva (cuatro en Liga y tres en Europa). Ganó 1-2 contra el Celta de Vigo en uno de esos partidos que se te pueden llegar atragantar y que sacarlos adelante tiene casi más valor que aquellos en los que muestras una mejor versión de tu juego. Fue un triunfo más práctico que brillante, al revés totalmente que en sus últimos encuentros, en los que ganaba de manera muy vistosa, con un fútbol que llegaba a abrumar sus rivales. Esta vez, costó más, tuvo que ponerse el mono de trabajo en muchas fases del encuentro, defender cerca de su portería, y aprovechar otra vez sus llegadas. Por algo, el equipo donostiarra es el más eficaz de toda la primera división. Asier Illarramendi y Zubeldia firmaron la victoria. Dos jugadores que regresaban al once inicial, algo también sintomático.

Esta vez, Imanol Alguacil introdujo hasta seis variantes en su equipo. Zubeldia, Gorosabel, Aihen Muñoz, Zubimendi, Illarramendi y Kubo salieron en el equipo titular como novedades con respecto al partido europeo contra el Sheriff Tiraspol. Una revolución en toda regla. Pero el oriotarra lo hace con tanta naturalidad, sin dar importancia al propio hecho y sí otorgándosela a los jugadores que entran, como queriendo decir que “todos son titulares” esta Real. Eso restó presencia con balón a su Real, porque al faltar Merino, el centro de campo en rombo se veía perjudicado a la hora de asociarse. Pero lo que no perdía era su carácter competitivo. No le ayudó el inicio accidentado del partido, con constantes interrupciones por diferentes golpes. Aihen y Zubeldia tuvieron que ser atendidos, y el navarro al final se tuvo que marchar lesionado por un problema muscular. Pero esta Real está en estado de gracia. Y volvió a demostrar. Fue ganando presencia en el área rival hasta que un mal despeje por una presión de Brais la aprovechó Illarramendi para marcar y romper su sequía de cuatro años. Con el gol la Real se hizo más fuerte con el balón, y sólo un regalo de Zubimendi, que asistió a Iago Aspas con ventaja, le penalizó para que el Celta empatara.

Imanol reaccionó desde el banquillo y sacó a Merino. Y la Real de manera irremediable mejoró. Es un gustazo tener tantas variantes. Y que todos estén enchufados. Porque eso hace que el equipo no pierda nunca carácter competitivo. Y eso en un día en el que no estás bien, te permite ganar en Balaídos. Zubeldia volvió a adelantar a la Real, tras rematar de cabeza un córner. Y a partir de ahí el partido fue de la Real. Más por la contención que la acción, pero supo jugar un partido inteligente y pragmático, con un balance defensivo espectacular. El Celta tuvo alguna llegada de peligro, pero muchas menos de las deseadas, porque los realistas hicieron una faena muy apañada. Y en ataque exploraron los espacios que dejaba la defensa del Celta, teniendo ocasiones muy claras de Merino y Sorloth como para haber rematado el resultado con menos apuros.

No fue un partido brillante de la Real, pero tampoco lo necesitó. Echó mano de su trabajo para salir airoso de otro envite después de jugar en Europa, con la dificultad que ello conlleva. Pero tan acostumbrado está ya a jugar dos partidos por semana que ya no le penaliza. Ha sabido adaptarse y hacerse fuerte. Y luego es que jugó en general un partido aseado. Y ganar también cuando no tienes tu mejor día es un gran señal. Son puntos que a la larga te dan acceso a soñar con lo que quieras. Y con Imanol se puede soñar a lo grande, porque no para de crecer y de batir sus propios registros personales desde que llegar al banquillo del primer equipo. Son ya siete victorias seguidas. Suma y sigue la Real, en uno de los mejores momentos que se le recuerdan.

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