GRANADA

Miguel Rubio, un central aeroespacial

El defensa del Granada logró el ascenso a Primera con el madrileño como una pieza importante en el eje de la zaga. Un futbolista atípico y universitario: ingeniero aeroespacial.

ParkerDiarioAS

Miguel Ángel Rubio Lestán (Leganés, 1998) es un futbolista atípico. El madrileño llegó este verano a Granada para dar ese salto en Segunda a un equipo grande. Lo ha conseguido, como casi todo lo que se propone en la vida. Porque Miguel no sólo es futbolista profesional, también es Ingeniero aeroespacial, carrera que se sacó mientras lo compatibilizaba con su pasión por el balón. Un jugador que tiene las cosas claras y dos pasiones: el fútbol y las estrellas...

Tras criarse en Getafe, de donde llegó a la ciudad de la Alhambra en un acuerdo multitudinario por el traspaso de Luis Milla, Rubio quería dar un pasito más. Porque un año antes se había asentado en el Burgos en la categoría de plata después de unos años difíciles en el que no encontraba la continuidad que deseaba. Y eso que con 20 años Bordalás ya le había hecho debutar en la máxima categoría con el equipo azulón...

El central rojiblanco pasó por el Fuenlabrada, filial del Valladolid, incluso llegando a jugar en el con el primer equipo, y Burgos antes de llegar a Andalucía. En todo ese tiempo, Miguel tenía dos trabajos: el fútbol y los estudios. No es común encontrarse jugadores que compatibilizan las dos cosas, y menos con una carrera de la dificultad que entraña una ingeniería. “Desde pequeño se me dieron muy bien las matemáticas y me gustaba estudiar. Siempre pensé que haría una carrera de ciencias y la que más me llamó fue Ingeniería Aeroespacial. Me gusta la astronáutica pero sobre todo lo relacionado con los aviones. Creo que es un campo con mucho por explotar”, contó hace unos años en una entrevista en El Mundo.

Estudio en la Universidad Carlos III de Madrid. Allí, mientras jugaba en el filial del Getafe, podía estudiar por la mañana y entrenar por la tarde. Una carrera que se imparte gran parte en inglés y que requiere mucho sacrificio, ya sin jugar al fútbol. Pero Miguel es mucho más que un futbolista. Se sacó curso por año, sin ninguna asignatura pendiente. Y eso que a partir de tercero se le complicó porque los entrenamientos coincidían con las clases. Pero no tuvo que elegir. Iba a entrenar y estudiaba con los apuntes y libros que le daban. Siendo un autodidacta, pero aún así a Rubio no le quedó ni una sola asignatura.

La pandemia le facilitó poder seguir con su carrera sin problemas porque para entonces ya estaba en Valladolid. No podría compatibilizarla y, sobre todo, acudir a los exámenes. Pero con el COVID la Universidad se cerró, los exámenes pasaron a ser telemáticos y Miguel pudo terminar la carrera en cinco años. Y jugando al fútbol casi de forma profesional. Para él supuso un gran esfuerzo, pero también tuvo tiempo para vivir: “Renuncias a fiestas y a juergas con los amigos. Lo tienes que hacer como futbolista y, si estás estudiando, aún con más motivo. Pero he llevado una vida normal, no soy un bicho raro. Con organización y sensatez, se puede. He salido con amigos y he tenido novia, aunque ahora no estoy con nadie”, dijo en El Mundo.

Miguel ve el fútbol como una profesión y un proyecto de futuro. Porque sabe que con el fútbol puede tener una estabilidad económica que, además, le permita desarrollar todo lo que ha estudiado. Unos proyectos empresariales que pasan por los aviones. “Fundar a largo plazo una compañía dedicada a desarrollar la especialidad que escogí en mi carrera: diseño y aerodinámica de aviones”. Sacar más provecho a los diseños de las aeronaves para que consuman menos y sean más rápidos. Porque Miguel Rubio es un central aeroespacial.

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