ATHLETIC

Marcelino ante la final de Copa con la Real: “Los jugadores lo tenían como el partido de sus vidas”

Sentían que si perdían ante el equipo donostiarra el 3 de abril de 2021 harían lo propio ante el Barcelona 15 días más tarde, en la siguiente pelea por el título

PACO PAREDESDiarioAS

El Athletic vivió un nuevo episodio de frustración el 3 de abril de 2021 en una final de Copa. Tal vez el más doloroso en esta serie de cinco finales desde la de 2009 con Caparrós. La final contra la Real fue un golpe tan fuerte que en la que disputaron dos semanas más tarde ya no estaban para levantar la cabeza. “Estaban esperando una final de Copa. Solo había un partido. En el pensamiento diario había un condicionante, por todo lo que palpábamos que significaba esa final contra la Real. Los jugadores del Athletic lo tenían como el partido de sus vidas”, reconoce Marcelino en un reportaje en Movistar+. Llegado el día, el técnico asturiano va detallando que “el partido fue muy malo por ambas partes”. Y lanza su ironía al señalar que “si no hubiera sido por la jugada del penalti, podríamos haber estado jugando durante dos años y haber terminado empate a cero”. Pero se dio esa pena máxima. De Iñigo Martínez, que transformó Oyarzabal en el gol definitivo. “Con un estilo nada propio, pero más apropiado para ganar, la Real nos fue incomodando”, reconoce el técnico.

Aquello fue un mazazo. Y La Cartuja estaba vacía por la pandemia, aunque se esperó un año, desde 2020, para intentar tener público, así que no existía consuelo posible. “Fue un palo para todos, sobre todo para los jugadores”. Por un efecto dominó, una derrota llevó a la otra dos semanas más tarde, ante el Barça de Messi, en la edición de 2021. “Esa sensación que palpas diariamente te lleva a pensar que todo lo que suceda en el primer partido va a condicionar el segundo, para bien o para mal. Si ganamos la primera, es muy posible que ganemos las dos; pero, si perdemos, es casi seguro que perderemos las dos. Esto era lo que sentíamos en el cuerpo técnico”, reconoce. Y es lo que sucedió.

La mentalidad ganadora que llevó a pasar una tras otra eliminatoria a partido único sorteando todo tipo de dificultades se desvaneció. “No teníamos la seguridad que el grupo había manifestado hasta entonces. Ese sentimiento de la Supercopa, convencidos de que podíamos ganar al Barcelona, esta vez ni lo percibí ni lo escuché”, relata. Porque su aterrizaje en Bilbao fue mágico. Se anotó la Supercopa en un tiempo récord tras fulminar a Madrid y Barcelona en tres días. El título de la trompeta de Villalibre y el Cola-Cao de Iñaki Williams.

Su forma de pensar siempre ha sido clara. “Considero como principios básicos de relación dos formas de actuar: el diálogo y la sinceridad. Creo que, con un diálogo sincero, es imposible no llegar a un acuerdo conmigo. ¿En qué creo que he mejorado? En que mi forma de llevarlo a cabo ahora es más moderada”, analiza el de Careñes sobre su trayectoria reciente. Llegó para sustituir a Garitano y eligió otro sistema, un 4-4-2, defender con un bloque medio, cerrando bien los pasillos laterales y atacando con mucho vértigo. A los jugadores se los intentó ganar: “¿Qué habéis sentido en el campo jugando de esta forma? ¿Qué creéis que tenemos que modificar?”, les preguntaba. “Lo hacemos así porque creemos que los jugadores deben estar convencidos de lo que tienen que hacer en cada momento”, finaliza.

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