Hazaña del Getafe, con diez desde el minuto 44

El Cádiz acabó sonrojado en el Coliseum, porque con todo a favor todo lo perdió. La expulsión de Djené en el minuto 44′ le dejada despejada la pista de despegue, pero acabó perdiendo contra un Getafe que le puso arrojo, determinación y acierto cuando lo tenía todo en contra. El gol de Mayoral colgó una medalla más en la solapa del Bordalás, cuyo laboratorio funciona a pleno rendimiento.

Fue a por setas y se encontró un Rolex. El VAR avisó a De Burgos Bengoetxea de un posible penalti de Djené a Javi Hernández y lo que vio el árbitro en la pantalla fue un leve manotazo. Interpretó que la acción no era agresión y no le mostró roja a Djené, pero sí dedujo que hubo el suficiente contacto como para amonestarle. Como el defensa togolés ya tenía una amarilla acabó con sus huesos de igual forma en la calle. Del penalti, para lo que fue requerido, nada de nada, puesto que el balón no estaba en juego al no haber ejecutado todavía el córner.

Es sabido por casi todos los equipos que el Cádiz sufre un déficit de altura en su plantilla. Por eso le buscan por arriba la mayoría de sus rivales. La primera ocasión del partido (10′) fue un remate de cabeza al larguero, pero no del Getafe sino de Navarro, jugador del Cádiz. El que tu hagas daño con un arma no significa que el enemigo no te puede averiar con la misma munición.

No por arriba y si por abajo fue la otra gran oportunidad de la primera parte, también para el Cádiz. En esta ocasión, Chris Ramos golpeó raso cuando se presentó cara cara ante Soria, pero el meta azulón despejó a córner.

El Cádiz se había subido a las barbas del Getafe y por delante tenía toda la segunda parte con un rival diezmado. Curiosamente, el efecto fue el contrario, y el Getafe era el que plantaba batalla pese a estar en inferioridad.

La grada se calentaba y terminó de hacerlo cuando Milla botó un córner, prolongó Greenwood en el primer palo hacia atrás y Mayoral, solo, remató de cabeza a placer. Jugada de laboratorio de Bordalás. El balón parado sigue siendo el arma letal preferida del técnico alicantino.

Todavía la fiesta azulona pudo ser mayor si Maksimovic no hubiese errado (84′) ante Ledesma.

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