Barcelona

Los fantasmas atacan al jefe

La aparición de Joan Gaspart, Enric Reyna y Josep Maria Minguella en la asamblea del Barcelona dando consejos fue una escena propia de una novela de Charles Dickens.

FELIPE SEVILLANODiarioAS

La situación económica del Barcelona es digna de una novela de Charles Dickens, ese autor sentimental que alargaba las tramas porque sus novelas se publicaban por entregas y que, por tanto, cuanto más largas fueran, más dinero ingresaba este autor acomplejado que vivía para el dinero y que se dio de bruces con la inmortalidad con su archifamoso ‘Cuento de Navidad’, una obra que escribió deprisa y corriendo para recuperar el dinero que había perdido en el fracaso de su última novela (Martin Chuzzlewitt) y que por eso es corta. En ella relata como los fantasmas de la vida pasada visitan al indeseable Ebenezer Scrooge para retratarlo su miseria con una moralina insoportable.

A Laporta también se le aparecieron en la asamblea los fantasmas del pasado. Sentados en la sala estaban en su condición de senadores o ex presidentes Joan Gaspart, Enric Reyna o Josep Maria Minguella, que intervinieron en el debate para apoyar al proyecto del presidente, pero que sin que se notara. Así que, como si fuera los fantasmas de pasado el presente y el futuro que Bill Murray adaptó en la maravillosa ‘Los fantasmas atacan al jefe’ se dieron un homenaje para reivindicar sus puntos de vista.

Gaspart pidió que se consiguieran resultados deportivos cuanto antes, Minguella cargó contra Tebas y solicitó que se incorporara al club gente que conociera el mercado (con Alemany presente a escasos metros) Y Enric Reyna aseguró que votaría que sí pero “me voy con pena. Os pido que tengáis mucho raciocinio”. Los pájaros disparando a las escopetas.

Después de hablar de su libro, los dos ex presidentes y el ex candidato votaron que sí a todas las propuestas que presentó la junta. Lo mismo hicieron el 90 por ciento de los escasos asistentes a la junta. Como los fantasmas de la Navidad, visitaron al jefe para advertirle de sus errores, pero le dejaron a él el marrón.

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