Las tribulaciones de Kepa
Ante el Nápoles se vieron sus dos caras: sombras arriba, luces abajo...
El Madrid vuelve a ser frágil en las alturas. El binomio Courtois-Militao, que entre centímetros en el caso del belga y muelles en el del brasileño, eran un escudo ante las amenazas desde el cielo. Apenas dos meses después, Kepa duda. Su salida a destiempo y con poca fe en el gol de Ostigard ha sido la consecuencia de un inicio errático del guardameta vasco en el Madrid en cuanto a dominio por los aires. A cambio, dos paradones en balones bajo palos. Sombras arriba, luces abajo.
Es una constante en esta temporada. Su adaptación exprés al Madrid (fue presentado hace 49 días en Valdebebas y debutó en Vigo sin haber jugado ni un partido de pretemporada con el equipo) le está afectando en uno de sus puntos menos buenos. Aun así, cuenta con el capote de su entrenador. Ancelotti recurrió ayer, tras el partido, a su habitual sentido del humor para colocar bálsamo sobre la herida de su portero. “Kepa es formidable entre los palos, ha hecho dos paradones, sufre un poco en el balón aéreo, es normal, no mide dos metros... Nadie es perfecto”, comentó el italiano, que cerró el asunto con una broma. “Yo podría decir que soy muy guapo y perfecto, pero nadie es perfecto, tampoco tú” (ríe).
Kepa remedó buena parte del descosido de su salida en el 0-1. Una mano a bocajarro a Osimhen devolvió seguridad a sus acciones. Tanto que el penalti del 2-2 pudo casi redimirle por completo. En los once metros sí que se acerca más a esa perfección de la que habla Carletto. Adivinó perfectamente la dirección del lanzamiento de Zielinski y su estirada al máximo sólo la pudo superar el polaco del Nápoles porque ajustó la pelota a la base interna del poste.
Kepa aún anda entre tribulaciones sobre qué versión logrará imponer. Si esta de Nápoles y la del derbi (entre estos dos primeros partidos cumbre del curso encajó cinco goles) o la mini racha que empezó a ensamblar con las porterías a cero contra Las Palmas y especialmente en Montilivi. El Real Madrid está, de una u otra forma, en sus manos...