LAS PALMAS

La prueba de estrés de Oviedo

Por primera vez desde marzo, los amarillos se quedaron con un jugador menos. A diferencia de la ocasión anterior, los de García Pimienta pudieron aguantar.

Néstor Cebrián
Eloy AlonsoDiarioAS

Contexto. Saltaba Florin Andone en el minuto 78 al césped del Carlos Tartiere. Las Palmas estaba viva —que no era poco— en el que puede ser el partido que más contra las cuerdas han estado los amarillos en toda la temporada. Así pues, el rumano suponía una bocanada de aire fresco para la delantera amarilla, tras el desgaste de Marc Cardona ante la zaga ovetense. Además, García Pimienta ponía sobre el tapete a su lobo solitario, un jugador que es raro el partido que no se fabrica su propia ocasión de gol como si fuera un mecano.

Sin embargo, pronto las intenciones de ese cambio se verían alteradas. Loiodice, amenazado con tarjeta, llegaba tarde a una pelota. El aviso se convirtió en condena. Un jugador menos y de un posible intento de asedio final —aunque no estaba la tarde para tomar muchas plazas— a resistir el del Oviedo sobre la meta de Domínguez.

En ese segundo a García Pimienta le pudo entrar los siete males, no por la acción en sí de Loiodice, porque “cuando es un partido tan intenso y un jugador que tiene una tarjeta amarilla pueden pasar este tipo de situaciones”, como él mismo confesaría. Además, el francés tras su frenesí con las amonestaciones en el inicio liguero —cuatro amarillas en siete partidos— aguantó once encuentros sin ver tarjeta. Probablemente, el escarde del técnico vendría porque en su reconocimiento a Pablo Fuentes, “estábamos a punto de hacer el cambio”.

Y no resulta incongruente, ni lamento en el desierto del técnico amarillo o ventajismo. Porque ese es parte de su modus operandi. Evitar posibles segundas amonestaciones. SI acudimos al histórico de Enzo Loiodice esta misma campaña, podemos ver que en siete ocasiones fue sustituido de las 18 que saltó de titular, el que más de la U.D. Pues bien, en cuatro de esas siete sustituciones estaba amonestado. Dos de las tres restantes fueron en los últimos cinco minutos y otra en Miranda cuando el equipo vencía por 1-3.

No obstante, García Pimienta quiso ver el lado bueno de la situación. Y lo hizo como si fuera una prueba de estrés con fuego real en donde “se ha visto un equipo solidario” y también compacto. Algo que no ocurrió la vez anterior que hubo un expulsado. En marzo. Ante el Girona. En el Gran Canaria. El encuentro en el que los amarillos tocaron fondo la pasada campaña.

Quizá detrás de muchas de las sustituciones que siguen a una amarilla en Las Palmas se puede trazar su punto de partida en el trauma de aquel encuentro ante el Girona. Y es que los amarillos pasaron de descoser y agujerear a los catalanes a vivir una implosión tras la segunda amarilla a Mujica.

En esta ocasión y con el recuerdo relativamente fresco en la cabeza, los grancanarios pudieron aguantar el marcador —no sin trabajo y con algún momento de agobio—. Incluso, aquel lobo solitario que saltaba al campo en el 78′ para merodear por la punta pudo fabricarse un gol. Algo que de haber ocurrido, hubiera cumplido aquella máxima que dice que en fútbol no existe la justicia sino los goles.

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