La odisea de vivir una final de la Copa Libertadores
La ciudad de Guayaquil acogerá el duelo entre Flamengo y Athletico Paranaense a pesar de los problemas de inseguridad y logística en la ciudad ecuatoriana.
La final de la Copa Libertadores que se disputará el próximo sábado 29 de octubre ha vivido en las últimas semanas una enorme incertidumbre por diversos problemas extradeportivos. Desde el precio de los vuelos, a las entradas, los alojamientos en la ciudad de Guayaquil, sede del partido que medirá a Flamengo y Athletico Paranaense, y sobre todo la inseguridad que se vive en Ecuador y más en concreto en la ciudad portuaria.
Hasta esta misma semana no quedó definida de una vez por todas la ciudad de Guayaquil como escenario de la final. A pesar de que apenas restan dos semanas y miles de aficionados han organizado el viaje desde Brasil. La incertidumbre era enorme ya que el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, extendió el 13 de septiembre el estado de excepción durante un mes más en Guayaquil y otras dos ciudades ante la violencia que se sufre en las calles. Esta medida finalizó este jueves pero la situación no ha mejorado.
Según datos de la Policía, desde enero se registran 1 130 homicidios en Guayaquil, Durán y Samborondón, 634 más que en el 2021; lo que implica un incremento del 127%. Parece que no es el mejor contexto para organizar un evento deportivo que congregue a decenas de miles de aficionados extranjeros. No obstante el Ministerio de Deporte garantizó el orden: “La coordinación directa con la Conmebol ha permitido implementar un protocolo de seguridad basado en eventos anteriores, lo que permitirá mantener el orden y la paz en las zonas de intervención”.
Por otro lado, el precio de las entradas también resulta demasiado alto para los aficionados. La entrada más barata, tras los precios fijados por Conmebol, era de 142 dólares, mientras otras de categoría superior se alzan hasta los 245. Por este motivo, se esperan menos de 5.000 aficionados de Paranaense. Mientras que Flamengo contará con cerca de 15.000 aficionados según los pronósticos más optimistas. Por el momento solo se han vendido 6.000 entradas. Números muy bajos para un estadio con capacidad para casi 60.000 espectadores.
Al precio de las entradas para el partido hay que sumar el vuelo desde Brasil, también con precios muy elevados aunque varían según la organización de cada aficionado. Nada más conocerse los finalistas, el precio de un vuelo directo superaba los 1.000 dólares, mientras que con escala rondaba los 700. El aeropuerto José Joaquín de Olmedo no está acostumbrado a recibir un número tan elevado de viajeros. Se estipula que a lo largo de un año da entrada a siete millones de pasajeros y para la fecha de la final se espera un récord absoluto de operaciones con un incremento aproximado de 200 aeronaves, en vuelos chárter y privados, a la operación regular. Algunos aficionados de Flamengo se planteaban un viaje en bus de más de 6.000 kilómetros cruzando Brasil, Bolivia y Perú antes de llegar a la frontera ecuatoriana.
Además, un problema aún mayor ha sido conseguir alojamiento. A dos semanas de la disputa del partido, el portal Booking, especializado en reservas de hospedaje, señala que el 95% de las opciones están agotadas y las restantes ofrecen precios disparatados. Desde 700 dólares por un modesto apartamento a 620 por una habitación triple de hotel o hasta 2000 por una habitación con capacidad para cuatro personas en un hotel de cinco estrellas.