La bipolaridad del Leganés acrecienta sus dudas
La derrota ante Las Palmas dibuja un escenario de incertidumbre en un equipo sometido al mismo patrón: bombardero en las primeras partes, bombardeado en las segundas.
La derrota del Leganés ante Las Palmas (0-1) el pasado fin de semana (primera del curso después de cuatro empates consecutivos y una victoria) ha zambullido al equipo en una marejada de dudas que parecían diluirse después del asalto a Granada una jornada antes. Cosa de los resultados. El caso es que el equipo de Paco López está, por ahora, alejado de las expectativas que se habían creado y, aunque al sur de la capital saben que queda muchísimo tiempo para todo -para lo bueno y para lo malo-, lo cierto es que este primer tropiezo ha generado algún interrogante imprevisto con apenas seis jornadas disputadas.
En términos comparativos, el inicio del Leganés no es tan desastroso si se compara con los de otros comienzos de campaña. Desde que el Leganés retornó al fútbol profesional, en 2014, en las siete temporadas disputadas en la categoría de plata desde entonces, éste es el tercer mejor arranque de curso, sólo por detrás del protagonizado en la temporada del ascenso de 2024 (12 de 18 puntos) y el de la temporada inmediatamente posterior a su primer descenso de Primera, en la 20-21 (entonces se hicieron 9 puntos de 18 posibles).
Ahora el Lega suma 7 de 18, que son sólo 1 más que los que se hicieron en la temporada 15-16 (primer ascenso a Primera) y la 14-15 (fecha del retorno a la élite. Por detrás, los 5 de 18 de la 21-22 y los 4 de 18 de la 22-23. Ocurre que ahora las comparativas no sirven de mucho porque ha sido el propio club el que se ha ocupado por activa por y pasiva de elevar tanto el listón exigiendo un ascenso por la vía de la excelencia, que lo que quizá en otro escenario se acogería como un inicio irregular, sin más, ahora luce hechuras de tropiezo en toda regla.
Bombardero y bombardeado
No ayuda aplacar esta mirada pesimista la percepción de tener un equipo demasiado bipolar, tan pronto excelso en la presión al contrario y generar ocasiones, como inconsistente en la retaguardia y capaz de ser sometido con relativa facilidad por sus contrarios. Una inercia que se hace especialmente llamativa con diferencias entre sus primeras y segundas partes.
Habitualmente el Leganés comienza arrollando en las primeras mitades para ser mucho más vulnerable en las segundas. Dicen los datos que en lo que llevamos de temporada (seis jornadas) el Leganés no ha logrado tirar más que sus rivales en las segundas partes frente a las primeras, donde -excepción hecha del debut en Huesca- siempre ha rematado igual o más que los contrarios. Sólo ante los oscenses el rival remató más tanto en la primera (7-2) como en la segunda (7-5).
En el resto, el Lega cambia la tendencia. A veces con contrastes llamativos, como ante el Cádiz, donde en la primera parte remató 7 veces por 3 de los amarillos para, en la segunda mitad, ver como el balance era 2-7 para los andaluces. Algo similar sucedió ante la Cultural: 1-6 en remates la primera parte para el Lega y 7-6 para la Cultu en la segunda parte. Ante el Granada, única victoria del Leganés, la primera mitad terminó con empate a tres remates y la segunda el Granada dominó 10-2.
El balance global: el Leganés ha rematado 36 veces en sus primeras partes frente a 21 remates en contra. En las segundas partes, los rivales sobrepasan a los blanquiazules, con 40 remates contra el Lega y apenas 24 a favor de los pepineros.
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La combinación de ambos factores dibuja un Leganés con poco tino (13,33% de efectividad goleadora, el 16º equipo de la categoría, lejos del ) y el 16º de efectividad en contra: el 8,06% de los remates que le hacen al Lega acaban en gol contra los blanquiazules.
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