Tchouaméni entra en otra dimensión
El mediocentro lidera la nueva generación de la selección francesa. Como en el Madrid este curso, ha sido titular en todos los partidos con Francia desde 2023. Xabi le ha cambiado.
Hay que remontarse al 27 de marzo de 2023, en Irlanda, para encontrar la última suplencia de Aurélien Tchouaméni con la selección francesa. El mediocentro ha sido indiscutible para Deschamps, que no titubeó para darle galones incluso en su peor momento con el Real Madrid. Criticado por las diferencias de rendimiento con su club y selección, el de Rouen, de 25 años, ha alcanzado la plenitud deportiva en 2025, en un momento crítico para los blancos, también para el jugador.
Una pitada en enero en el Santiago Bernabéu, soberano desde tiempos atávicos, fue trascendental para espabilarle. Tchouaméni no estaba cómodo, al menos esa sensación daba, en el Real Madrid. De eso no había dudas. Le faltaba un impulso, una alarma, que le pusiera alerta, para disipar de un plumazo todas las dudas que había concitado por su nivel en el terreno de juego. Y meses después, con la llegada de Xabi Alonso, volvió a ser el centrocampista dominador y arrollador que había enamorado al fútbol europeo con la camiseta del Mónaco.
El técnico tolosarra, como Deschamps, valoró todas las características de Tchouaméni. Desde el inicio de temporada, el francés lo ha jugado todo: 90′ ante el Osasuna, 90′ en el Tartiere contra el Oviedo y 90′ frente al Mallorca, en el último encuentro antes del parón internacional. Su capacidad para presionar hacia adelante, de imponerse en los duelos, de ser un muro para los rivales, fueron trascendentales en el segundo partido de la temporada, cuando un robo suyo en la segunda altura del campo propició el contragolpe que transformó Kylian Mbappé.
El cambio de estilo de Xabi Alonso, que no negocia presionar, ha sido concluyente para que Tchouaméni se convierta en uno de los mejores mediocentros del mundo. Mientras que en Francia, con Deschamps, es el eje sobre el que gira todo el juego de la subcampeona del mundo. Tal es su importancia que la tricolor le añoró en las semifinales de la Nations League, en la que España barrió a Francia durante 70 minutos. Su ausencia descolocó a los de Deschamps, que fueron un castillo de naipes, sobre todo en la medular, incapaces de contener el potencial español.
Tchouaméni ha asumido galones con Les Bleus. En el parón de octubre del año pasado, cuando Kylian Mbappé se ausentó y suscitó un aluvión de críticas, Deschamps le designó capitán de la selección francesa. Esa capitanía no fue baladí. La confianza es total en el jugador del Real Madrid. Es el encargado de compensar el enorme potencial ofensivo de Francia, también de organizar, y su liderazgo dentro y fuera del campo han sido un soplo de aire fresco para una generación necesitada de savia nueva, de futbolistas sin miedo a la presión en pleno relevo generacional.
Tchouaméni ha sido 46 veces internacional. Únicamente en 11 fue suplente. Desde 2022, año en el que dio un paso adelante en el Mundial de Qatar, el de Rouen ha sabido compensar, holgadamente, el vacío que dejaron Pogba y Kanté, una dupla infranqueable que sostuvo a Francia en el Mundial de 2018. Este viernes, contra Ucrania, el centrocampista liderará a una Francia que sueña con ganar el próximo Mundial, en el último torneo oficial de Deschamps, el gran valedor de Aurélien, el que nunca tuvo dudas de su potencial incluso en los momentos más críticos de su carrera. Los tiempos han cambiado y ahora nadie duda de la importancia del jugador del Real Madrid en la subcampeona del mundo.
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