Rodrigo y un error histórico del Madrid...

La mitad de España celebra que Rodri es Balón de Oro, nuestro Rodri, el que nos hizo levantar la Eurocopa; la otra mitad, que también celebró este título -o si no lo disimulaba muy bien- se lamenta de que sea para él y no para Vinicius. Así es nuestro país: capaz de anteponer un escudo a una bandera. Unos lo consideran algo normal; para otros es sencillamente incomprensible.

Pero Rodri es el primer Balón de Oro masculino español en 64 años y el segundo en la historia (Di Stéfano, nacido en Argentina, lo ganó tras haberse nacionalizado). Sus méritos son incalculables. Ya fue quinto la temporada pasada cuando debió estar mucho más arriba. En esta edición ha conseguido imponerse a todos los rivales de tronío del Madrid, que juntos se dividieron el voto en vez de aunarlo como hizo el mediocentro español del City.

En el periodo que computa para el galardón, Rodri fue campeón de la Eurocopa y MVP; campeón del Mundial de Clubes y MVP; y campeón de la Premier League más disputada de los últimos años. En Champions cayó en cuartos ante el Madrid en la tanda de penaltis. No es que le pasara un tren por encima, sino que aquella moneda cayó de un lado como bien pudo caer del otro.

Lo que quizá irrita con Rodri es que haya sido capaz de llegar a lo más alto al margen de los cauces oficialistas del fútbol español: Madrid y Barça. Sí, hay vida fuera de los dos colosos que todo lo fagocitan en nuestro país.

El nuevo Balón de Oro se curtió en el Rayo Majadahonda, en el Atlético de Madrid y el Villarreal, es decir, lejos de La Masia y La Fábrica. Cuando destacó en la élite lo repescó de nuevo el Atlético y, una vez vistas sus enormes cualidades, Guardiola pagó 70 millones de euros por llevárselo al Etihad. No hubo noticias entonces tampoco del Madrid ni del Barça.

Después de una aclimatación dura al City y a la Selección (ay, Luis Enrique, qué hubiera sido en Qatar con Rodri en su sitio y no de central), se erigió en el mejor mediocentro del mundo y, desde ya, en el mejor futbolista del planeta. Un orgullo para los españoles.

Nacido en Villanueva de la Cañada, a 39 kilómetros del Santiago Bernabéu, habría que preguntarse qué hizo mal el Madrid en todo este tiempo para no darse cuenta de su potencial. Un madrileño es Balón de Oro y no juega en el Madrid. Un español mejora en todo a Tchouameni y Camavinga, fichados a bombo y platillo para su misma posición. Fichar a Rodri ahora es fichar un Balón de Oro. A ver si así cambia la historia...

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