Nadie derriba a Costa de Marfil

Se podrían inventar historias, novelas y hazañas de un equipo de fútbol, pero ninguna superará la realidad de Costa de Marfil, anfitriona de la Copa de África, que está firmando uno de los mayores milagros jamás vistos en la historia del balompié. Los Elefantes derrotaron 2-1 a Mali en los cuartos de final, después de quedarse con diez jugadores en el primer tiempo por la expulsión de Kossounou y empatando en el minuto 90, para después, en el 121, cuando el partido estaba abocado a la tanda de penaltis, certificar el pase a las semifinales.

El fútbol es de los pocos deportes, quizá el único, en el que la racionalidad y la lógica están fuera de norma. Costa de Marfil estaba prácticamente eliminada en la fase de grupos de la Copa de África. La anfitriona perdió 4-0 ante Guinea Ecuatorial y necesitaba de un milagro para clasificarse a los octavos como una de las cuatro mejores terceras. Un empate en el descuento de Mozambique ante Ghana, con un gol de Reinildo en el 95, permitió que los marfileños se metieran in extremis en la fase final de la CAN.

En ese breve período de tiempo que comprende el final de la fase de grupos con los octavos, Gasset, el seleccionador de Costa de Marfil, anunció su dimisión. Sin tiempo para reflexiones, la Federación de Costa de Marfil contactó con Herve Renard, seleccionador femenino francés, para solicitar su cesión para lo que resta del torneo. La idea, inédita en el fútbol, no fructificó, ya que la Federación Francesa declinó de inmediato la oferta.

Fue Emerse Faé, segundo entrenador, el que asumió de forma interina el cargo. En los octavos de final, contra Senegal, Costa de Marfil resistió heroicamente y consiguió eliminar, de forma sorprendente, a la vigente campeona, después de una tanda de penaltis dramática en la que la anfitriona tiró de heroicidad para pasar a la siguiente ronda.

En los cuartos de final, contra Mali, el milagro, la mística, el coraje, volvió a darle la cara a Costa de Marfil. Se quedó con diez jugadores por la expulsión de Kossounou, Yahia Fofana, su portero, le detuvo un penalti a Adama Traoré, pero un golazo de un marfileño de nacimiento, pero nacionalizado maliense, Nene Dorgeles, parecía truncar de inmediato las aspiraciones de Los Elefantes. Pero el fútbol, que no se puede explicar como un deporte racional, aguardó un giro de guion inesperado.

En el minuto 89, Simon Adingra, jugador del Brighton, aprovechó una segunda jugada y una indecisión de Mali, encerrada incomprensiblemente con superioridad numérica, para empatar el partido y enviarlo a la prórroga. En el tiempo añadido, incluso, Costa de Marfil fue superior, con ocasiones claras, como la de Haller al poste, para haber ganado el partido. En la última jugada, con los penaltis esperando, un disparo de Seko Fofana fue desviado de tacón por Diakité y Costa de Marfil consumó un milagro literario, una hazaña casi sin precedentes en el fútbol de selecciones, increíble para los que no han sido testigos de ello. Nadie puede con los Elefantes.