La Vinotinto se lava la cara ante Australia
La Selección de Venezuela dejó buenas impresiones contra Australia en el comienzo de su reconstrucción tras la histórica decepción en las últimas Eliminatorias.
Es aún muy pronto para hablar de ilusión cuando la herida mundialista sigue ardiendo, pero la Selección venezolana ciertamente ya se ha puesto de pie y se ha sacudido el polvo. A esperas de definir al nuevo entrenador y con Vizcarrondo -el interino en el último parón de selecciones- en Doha dirigiendo a la Sub-17, es Fernando Aristeguieta quien guía los primeros pasos de la nueva Vinotinto, la responsable de hacer olvidar un fracaso monumental.
Venezuela se enfrentaba a una Australia ya clasificada al Mundial de 2026 y no solo consiguió su primera victoria desde aquella fatídica noche en Maturín, sino que han vuelto a mostrar algo distinto. Como ya sucedió ante Argentina, el cuadro sudamericano demostró que hay una búsqueda distinta, una intención diferente y una filosofía radicalmente contraria a la del anterior proceso conducido por el Bocha Batista, apostando a la asociación y el talento del futbolista venezolano. Los venezolanos se van de Houston con ideas y nombres sobre los que seguir construyendo con la mira en 2030.
Eso sí, poco tardaron los australianos en recordarle a la Vinotinto su historial de pecados defensivos. En los primeros minutos del compromiso, los oceánicos encararon a Ferraresi y Quintero y, en medio del caos, estuvieron muy cerca de abrir el marcador. Venezuela se salvó y se repuso rápidamente hasta tomar el control del encuentro y no soltarlo hasta marcharse a los vestuarios.
El centro del campo, con Dani Pereira y Cristian Cásseres como líderes en la construcción, se adueñó de la pelota, se juntó en campo contrario y empezó a encontrarle las costuras a la defensa rival. Venezuela ya estaba mejor organizada, mejor parada con el balón, y por ende las pérdidas no pesaban tanto. El sistema defensivo se fortaleció y Australia no volvió a atemorizar a José Contreras en toda la primera parte.
A las buenas impresiones de los mediocampistas se sumaba la electricidad por bandas de Gleiker Mendoza y Ender Echenique, a través de quienes llegaron las ocasiones más claras del combinado tricolor. De hecho, fue por medio de Echenique -y un fabuloso pase largo de Dani Pereira- que Jesús Ramírez pudo recibir solo frente al arco para romper el cero al minuto 35’ con su primer gol con la Selección. Por su parte, Mendoza, que ya fue de lo más destacado en el parón de octubre contra Argentina, sigue dando motivos para confiar en él; en este partido, además, encontró un nuevo socio en el lateral, Luis Balbo, aunque éste solo pudo jugar media hora antes de salir lesionado.
Venezuela se movía de lado a lado, con paciencia, ensanchando la cancha hasta encontrar al hombre libre y poder progresar. Pereira, el más retrasado de los mediocampistas y el de más contacto con el esférico, hizo alarde de su rango de pases, fue capaz de conectar con sus compañeros en corto o en largo, siempre cumpliendo con lo que la jugada requería. La Vinotinto se sentía cómoda con la posesión; algo inimaginable durante las últimas Eliminatorias.
Otra de las conclusiones positivas que se lleva Aristeguieta es Jesús Ramírez. En una Venezuela obligada a encontrarle un relevo generacional a su máxima leyenda, Salomón Rondón, los buenos minutos del jugador del Nacional de Madeira abren un halo de esperanza. Autosuficiente, siempre presente para el apoyo y rematador por naturaleza, el merideño es quien más ha convencido en ese casting para el futuro nueve titular. Además del gol, tuvo una oportunidad para duplicar su cuenta personal, pero Beach se estiró para evitarlo.
En la segunda parte, el partido se fue durmiendo y el ritmo cayó en picada. Ni Venezuela insistía demasiado en ir a por el segundo tanto ni Australia pisaba el acelerador para empatar. El control lo seguían teniendo los de Aristeguieta, aunque el cuadro de amarillo y verde tuvo un par de jugadas que en pocos toques les permitieron hacer trabajar a José Contreras, que también respondió con suficiente solvencia. Sobre el final los orientales se animaron un poco más y alcanzaron a encender las alarmas del rival, pero se quedaron sin tiempo para igualar el marcador.
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