La trampa de Álex Baena, la mano de Guardiola

Desolador. Ingrato. Inconsolable. La forma en la que España perdió el título Sub-21 en la final es un golpe anímico difícil de asumir. El penalti fallado por Abel Ruiz en el último suspiro fue el mazazo definitivo. Uno de los delanteros más completos de Europa a su edad volvió a ser víctima del infortunio en el momento clave. Ya tuvo que irse a Braga a rehacer su carrera, lejos de los focos y de la presión de España, y lo logró con creces. Lamentablemente, deberá reconstruirse de nuevo aunque por calidad merezca un hueco en la Liga. Abel, como Arnau Tenas, es el reflejo de esta España ninguneada por nuestros grandes clubes.

A La Roja, que no Rojita, le faltó fluidez y le sobró pasión. Cada vez que jugó al fútbol hizo daño y cada vez que se olvidó de jugar, se lo hicieron. Álex Baena cayó en la trampa. Una cosa es ser enérgico y otra, pasarse de frenada. Estuvo cerca de ser expulsado y metió a España en una espiral de tensión que no correspondía. Las provocaciones constantes de Cole Palmer le salieron bien al jugador del City, que deberá bajar los humos si quiere prosperar con Guardiola. Los ingleses, por cierto, han sido campeones mundiales Sub-17 y Sub-20, y campeones europeos Sub-19 y Sub-21 en el tiempo que Pep lleva dirigiendo allí. ¿Casualidad? No parece. Una potencia a la que sólo otra, España, podía frenar. Pero no entró el penalti de Abel y así acaba una generación para el recuerdo. Lástima.

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