Kubo reengancha a la Real a Europa

Takefusa Kubo quiere seguir jugando en Europa. El jugador japonés decidió echarse a la espalda a la Real Sociedad para liderar una gran segunda parte en la que pasó por encima de un Ajax de Ámsterdam que en la primera parte había metido miedo a los txuri-urdin. Una asistencia y un gol, 2-0 y tres puntos de oro para seguir soñando con todo en esta Europa League. Con eso se dice todo.

El ‘14’ reengancha a la Real a Europa por la puerta grande, con una de esas inolvidables noches europeas que tanto se echaban de menos en el Reale Arena. El crack nipón culmina una reacción espectacular de los realistas tras el descanso, gracias a la entrada al terreno de juego de dos canteranos: Aramburu y Turrientes. Le cambiaron la cara a la Real, y Kubo la puso la guinda, redondeó una noche histórica. Barrenetxea prendió la mecha con el 1-0, y después pasaron literalmente por encima de todo un Ajax.

Como se esperaba, el partido comenzó entretenido. Porque la Real Sociedad salió a mandar con la pelota por pura necesidad y por la inercia de jugar delante de su afición. Y porque el Ajax de Ámsterdam no se limitó a esperar replegado, sino que también fue a buscar con valentía la portería realista. El resultado fue un intercambio de golpes inicial que marcaría el devenir del resto del encuentro. Los donostiarras mezclaban constantemente con un Kubo que estaba inspirado y no dudaban en olfatear la meta del Ajax. Fue como si la derrota en el derbi vasco los espoleara, con esa rabia que te hace reivindicarte, sobre todo, contigo mismo. Empezó muy fuerte la Real, ante un Ajax que de inicio estaba muy replegado, dejando apenas espacios entre líneas.

Pero poco a poco el Ajax fue adelantado sus líneas y dificultando más la circulación de la pelota de la Real Sociedad, a la que dos sustos en dos contragolpes de los neerlandeses por balones perdidos de manera evitable pareció que le afectó en exceso. Traoré y Brobbey estuvieron muy cerca de adelantar al Ajax. Los realistas entraron en modo duda y empezaron a perder los duelos, viviendo cada vez más lejos de la portería de Pasveer.

Ni la lesión de Brobbey, que estaba generando muchas dificultades, cambió el panorama. La Real tenia más el balón, pero su juego no tenía continuidad y era demasiado impreciso, con pérdidas muy peligrosas. Aunque Oyarzabal estuvo muy cerca de marcar un gol salvador y que hubiera sido oro. Pero su remate después de una gran acción dentro del área tras una mejor jugada colectiva se marchó fuera por poco. Esa acción le demostró a la Real que podía ganar al Ajax, a pesar de que parecía que era menos en la primera parte.

Y con ese convencimiento salió tras el descanso, dando un paso adelante de manera clara en busca de la victoria. Sin tonterías, sin complejos, sin miedo. Empezó a ganar los duelos, fue valiente en todas las disputas y presionó con mucha fe en campo rival, complicando al Ajax que siguiera haciendo el trabajo de la primera parte. Mereció marcar en los primeros compases, aunque casi la lía al permitir una contra del equipo neerlandés que acabó con un disparo al palo de Fritz-Jim. Pero ahí se acabó el Ajax, porque la Real no se lo permitió. Le encerró en su campo y no le permitió respirar hasta que después de una gran combinación entre Aramburu y Kubo apareció Barrenetxea para llevar el delirio a las gradas del Reale Arena con un gol lleno de fuerza y de creer, un balón que remató con la ayuda de toda la afición, que le empujó hacia un balón que olía a gloria.

El 1-0 hizo crecer definitivamente a una Real que dominaba a placer con mucho esfuerzo, fundamentados en un gran trabajo en la medular de Zubimendi y sobre todo de Turrientes. Y no estaba dispuesta a sufrir, así que Kubo destapó el tarro de su magia para marcar con sutileza el gol de la tranquilidad. El tanto que permite soñar. Porque el 14 reengancha a la Real a Europa, la mete en playoff y está ya a tres puntos de los ochos primeros. La tropa de Imanol ha vuelto a lo grande, ganando a un Ajax que no había perdido y que sólo había encajado un gol. Que tiemble Europa. Nunca es tarde para reaccionar si la dicha es buena.